Capitulo VII

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"A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad."

-Antonio Porchia.

Capítulo VII

Mis sollozos eran el único sonido que se oía por todo el techo. Traté de controlar mis lágrimas, pero seguían rodando por mi cara. Imágenes de mi hermana pequeña sonriendo y jugando conmigo estaban rompiendo mi corazón.

Pierce me sostuvo con fuerza, como si estuviera tratando de mantener mis piezas juntas.

El dolor era insoportable... Nunca había sentido algo así antes. Era la primera vez que me permitía sentir la perdida de mi familia y fue devastador. Bajé la mirada, obligando a las lágrimas a caer directamente al aire en vez de rodar por mis mejillas. Camille... su sonrisa... ¿Cómo podía haberse ido? Ella era solo una niña... no podía haber muerto, tenía que ser una pesadilla.

—Camille...— susurré su nombre con voz entrecortada. Jamas pensé que decir su nombre me dolería tanto. 

Pierce me soltó y me volteó hacia él. Yo estaba llorando sin control, pero mantuvo los  ojos en el suelo. Me sentí tan avergonzada. El sostuvo mi cara con las dos manos, sus palmas suaves y frías contra la piel humedad de mis mejillas. El me obligó a levantar la mirada, a encontrarse me con esos lindos ojos grises.

—Tienes que enfrentar lo que sientes, Fleur, aunque sea doloroso— negué con la cabeza y sí un paso atrás, rompiendo todo contacto con él. El dejó caer sus brazos a los lados.

—No puedo— me sequé las lágrimas, y traté de tomar una respiración profunda, pero fallé.

—Tienes que hacerlo, te está consumiendo desde el interior— su voz sonaba tan cálida, tan suave. ¿A caso, el era bipolar? En un momento era un completo idiota y el siguiente actuaba como si realmente se preocupara por mí.

Luchando con el dolor en mi pecho, me calmé un poco, —No sabes lo que se siente— dije pasándome los dedos por mi pelo. Pierce se acercó a mí y me ofreció mi lápiz. Lo agarré rápidamente.

—Un trato es un trato— agregó sonriéndome.

—Gracias— le dije con sinceridad —Me refiero a... todo, gracias— Él asintió y me dio la espalda.

—Ve a dormir.— ordenó con frialdad. Sí, Pierce era sin duda bipolar.

No le respondí, ¿Por qué tenía que actuar de esa manera? Abrí la puerta y bajé las escaleras con cuidado. El guardia estaba durmiendo, gracias a Dios. Pasé lentamente y luego corrí a mi habitación.

Una vez que entré a mi habitación solitaria, apoyé la espalda a la puerta. ¿Qué fue todo eso? ¿Cómo terminé llorando en los brazos de Pierce? Me di cuenta de que me sentía mejor después de llorar tanto. Una sensación de paz corría por todo mi cuerpo. Pero sabía que el dolor todavía estaba allí, escondido dentro de mí. Suspiré y decidí ir al baño a cepillarme los dientes.

Cuando volví y cerré la puerta detrás de mi. Me quedé helada cuando me acerqué a mi cama, había un pedazo de papel sobre mi almohada. Me tomó un tiempo para agarrarlo y leerlo:

"Disfrutaste su compañía, ¿no es así?

Pero no olvides a quien le perteneces.

Que duermas bien"

Fruncí el ceño en confusión. ¿La compañía de quien?

¿De Lucas?

¿De Pierce?

Escalofríos recorrieron todo mi cuerpo. Esta persona desconocida estaba vigilando mis pasos. ¿Cómo entró a mi habitación? Ya no me sentía segura en mi cuarto, ni en ninguna parte. Definitivamente, debo reportarlo al agente de la policía que esta llevando el caso de mis padres. Fue difícil dormirme, pero el cansancio me venció.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora