Capítulo 34 - Acusaciones, maldiciones y mistletoe

4.7K 518 445
                                    

Como agradecimiento por las visitas, comentarios y votos, hoy les traigo un capítulo especial y largo.
Espero que lo disfrutéis.

Llegamos a casa, y aún seguía enfadada con Ben.
Llamé a la puerta, pero parecía no haber nadie en casa.
Maldije por lo bajo.

—Parece que tus padres aún no han llegado. ¿Quieres entrar o prefieres que demos una vuelta? —preguntó tranquilo.

Abrí mis ojos más de lo común.
¿De verdad me estaba proponiendo dar un paseo después de lo idiota que se había comportado hace unos minutos? ¡¿Este chico piensa con la cabeza o con...?!

—¡Dame la maldita llave de una vez! —le exigí.

—¡Oye! ¿qué te ocurre de repente? Me bajas la voz ahora mismo.

Ayleen, cuenta hasta diez y... ¡matalo!

—¡Idiota! ¡que me des las llaves ahora mismo! —insistí, más enfurecida aún.

—Debes pedírmelo por favor y con educación.

¿Y además me vacilaba? Este chico... pienso estrangularlo como si una hoja de papel de tratase.
Tomé aire.

—Por favor, pedazo de idiota con complejo de elfo, ¿podrías darme las llaves de mi jodida casa? Gracias.

Ben se encogió de hombros y giró sobre sí hasta darme la espalda y empezó a caminar en dirección contraria.
¡El idiota se estaba marchando después de todo!
¿Pensaba dejarme en la calle y, además, con este frío?

—¡Oye! ¡idiota! —le llamé, pero ni siquiera se giró— ¡idiota! —volví a llamarle, pero nada. Caminé hasta él y me posicione frente a frente—. ¡Idiota! Con las orejazas que tienes y ni siquiera puedes escucharme cuando te hablo... —me quejé.

Cuando le miré a los ojos, me asusté un poco. Su mirada era tosca y sin ese brillo tan característico de él —cuando aparentaba ser Benjamín Peters, claramente—. No encontré ni un ápice de alegría. Pensé que se lo estaba pasando bien jodiéndome la vida al no darme las llaves.

—No es que sea sordo, Ayleen, es que no me llamo idiota, por si aún no te había quedado claro —me dijo, sin cambiar su semblante, y siguió su camino pasando de mí.

Apreté mi mandíbula.

—¿Y qué se supone que debo hacer ahora? ¿qué le digo a mis padres?

—¿De verdad no sabes qué hacer? Piensa un poco.

¿Que piense un poco? ¿Acaso creía que tenía tiempo para pensar un poco? ¡Me estaba congelando!

—Ben, por favor, ¡tengo frío! —pedí.

Vi que Ben se quitó su chaqueta y me la tiró. La agarré antes de que tocase el suelo.

—Póntela.

—¡¿Y mis llaves?! —insistí.

—Están en la chaqueta, en el bolsillo derecho.

—¿Y... tú?

Ben rió sin gracia y siguió su camino.
¿De verdad se había molestado por haberle llamado idiota?
Una ráfaga de aire frío azotó todo mi cuerpo y me coloqué la chaqueta para, luego, correr hasta llegar a mi casa.

Let's play『Ben Drowned』Where stories live. Discover now