Capítulo 4 🌙

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Arianne

Al día siguiente desayuno en la cafetería del motel. Una suave música clásica suena en los altavoces mientras bebo una taza de café caliente con donas. La mañana recién empieza y me queda mucho por hacer. Lo principal es buscar un lugar dónde quedarme porque el motel no es barato. Me quedaré sin dinero si pago cuarenta dólares todas las noches. Me conviene más buscar un alquiler por tiempo indefinido.

—No eres de aquí, ¿verdad? —pregunta una mujer con delantal alrededor de su cintura y brillante sonrisa amable.

Deduzco que es la dueña del local. Prepara unas donas deliciosas y su café es exquisito.

—Uh... no —respondo en voz baja y cautelosa —. Vine desde Chicago por asuntos familiares.

Asiente y me sirve más café en la taza cuando le doy mi aprobación.

—Imaginé que venías desde lejos con esa cara. Luces cansada, querida.

Una sonrisa se desliza por mis labios.

—Fueron horas de conducción y la cama del hotel es muy dura —Hago una mueca —. Busco un lugar dónde quedarme.

La mujer me da una expresión compasiva.

—Acabas de encontrar a la persona indicada que te ayude con ese problema —me guiña un ojo —. Mi sobrina Lily vive a menos de diez cuadras en un complejo de cabañas y busca una compañera de cuarto que le ayude con los gastos. Estoy segura de que se llevarán muy bien, tiene tu edad.

Me cubro la boca porque no me lo creo. Las personas en este pueblo tienen un gran corazón. La humanidad no está perdida.

—¿De verdad? —inquiero.

—Claro, chica —sonríe la mujer —. Te daré su dirección y dile que vas de parte de Carolina Ramírez. De cualquier forma, voy a llamarla y le avisaré.

Me levanto con la emoción a flor de piel y aprieto su mano a modo de agradecimiento.

—Muchísimas gracias, Carolina. Puede llamarme Arianne.

Palmea mi espalda.

—No es nada, Arianne. Disfruta tu desayuno.

Me siento de nuevo y la veo seguir con sus labores en la cafetería. Soy una persona naturalmente desconfianza por mi falta de vida social, pero no pierdo nada con intentar ser normal. Es el mundo real y es esencial aprender cómo relacionarme con el resto si quiero lograr mis propósitos.

Soy mi propia voz y nadie luchará por mis intereses si no lo hago yo.

Le pago a la amable señora su desayuno y vuelvo a darle las gracias cuando me entrega la dirección dónde debo ir. Su sobrina Lily vive en una avenida llamada Genver. Es un día soleado y animado. El pueblo no luce como si rivalizara con el mismísimo infierno.

Detengo el auto frente a una cabaña agradable y un río cerca. Me cuesta creer que siga existiendo lugares tan ecológicos. Es hermoso, pero no olvido que aquí suceden tragedias que te marcan por siempre.

Saco las dos maletas de mi auto y lo arrastro hasta el porche. Toco la puerta, rogando en silencio que mi compañera de cuarto me reciba con los brazos abiertos. Estaré jodida si me rechaza. Ya no quiero dormir en los asientos de la chatarra.

—Me imagino que tú eres Arianne —La puerta se abre y soy recibida por una hermosa pelirroja de ojos marrones —. Mi tía Carolina me habló sobre ti.

Casi sollozo de alivio.

—Mucho gusto, Lily —respondo —. ¿Entonces estás de acuerdo en que sea tu compañera de cuarto?

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora