Capítulo 8 🌙

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Arianne

Un hombre alto, trajeado, con ojos avellana y cabello castaño me mira fijamente. Luce imponente e intimidante. Su rostro demuestra años de experiencia y deduzco que estoy hablando con el mismísimo señor Karlsson.

El padre de Asher y Andrew.

—Jamás esperé conocer a la hija de Josh Laroux —agarra mi mano y besa el dorso —. Soy Aiden Karlsson. Es un honor tenerte en mi hogar, Arianne.

¿Su nombre también empieza con la letra A? ¿Todos en esta familia se pusieron de acuerdo? La sonrisa que me ofrece es cálida a pesar de que no contesto.

—Josh y yo somos amigos desde hace dos largas décadas —Se posiciona detrás del respaldo de la silla dónde se sienta su esposa —. Siempre fue un espíritu salvaje, pero con un corazón noble. Sacrificó mucho por su familia, aunque lamentablemente las cosas no salieron cómo él esperaba. Estás aquí.

Hablan de él como si fuera una gran persona, pero yo lo considero un bastardo mal padre.

—Nos abandonó —sueno dolida.

El señor Aiden destapa la botella de whisky sobre el escritorio y llena el vaso.

—Tomó la decisión que consideraba mejor. Hay un trasfondo, pero que tú no sabes —Bebe un trago. El anillo de oro brilla en su dedo anular —. Esa no es mi historia para contar.

La rabia fundida hace acto de presencia.

—¿Y cuál sí?

Piensa unos segundos antes de hablar. Su esposa y su hijo permanecen callados.

—Cuéntame cómo ha sido tu vida estos dieciocho años. Tuviste los síntomas, ¿cierto?

—¿Qué síntomas?

—Los síntomas que delatan tu naturaleza —expresa el señor Karlsson —. Nunca te enfermaste.

Mi postura se vuelve rígida y mi boca se seca.

—¿Cómo lo sabe?

—Eres hija de Aimeé y Josh —Apoya su cadera contra el marco del escritorio —. Eso te convierte en una mezcla de ambos: licántropo y druida.

El frío horror se desliza sobre mi mente y la decepción abre mi cabeza como una lata de atún. Yo sabía que no era una persona normal, pero no me esperaba esto. He odiado todo lo relacionado a estas criaturas por cinco años. ¿Ahora soy una de ellos?

―No... ―jadeo ―. Eso es imposible.

Mi corazón golpetea y sangra. No quiero escuchar más, no quiero.

―Tu madre al ser descendiente de los celtas, te ha transmitido sus habilidades ―añade la señora Karlsson ―. Y tienes el linaje de un licántropo en tu sangre.

No respiro.

No respiro.

No respiro.

Empiezo a tartamudear y me callo, tratando de asimilar las consecuencias de su cruel afirmación. Estoy sorprendida momentáneamente, confusa y ruego haber escuchado mal.

Por favor, que no sea real.

—Respira, Arianne —Asher me habla de nuevo —. Sé que es abrumador, pero te prometo que no es tan malo como crees.

Mi rostro está empapado a causa de las lágrimas. ¿No es malo? Dioses, he soñado con arrancarles la cabeza a esos monstruos. Me niego a ser uno de ellos. Me niego rotundamente.

—Soy druida y licántropo como ustedes —me río sin una pizca de emoción —. ¿Están diciendo que los humanos no son la única raza en el mundo?

—El mundo no es lo que siempre aparenta, Arianne —contesta el señor Karlsson —. Hay cosas desconocidas ahí afuera que deberías temer. Se tratan de seres y criaturas que probablemente leíste en libros o internet.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora