Capítulo 29

74.4K 10.6K 2.2K
                                    


Observé de lejos el funeral de la señora Pratt porque de toparme con la mamá de Beca le hubiera reclamado meterse en mi vida por hablar mal de Andrea con mamá.

Cuando la gente se marchó a sus casas finalmente me acerqué.

—Hola, señora Pratt —saludo la tumba de quien por mucho tiempo fue mi única amiga—. Usted me metió en muchos problemas antes de irse —le reclamo, limpiando una lágrima de mi rostro—. Pero también me ayudó mucho...
》¿Por qué no me avisó que se sentía mal? ¿Por qué no me advirtió que su salud empeoraría? ¿Por qué ponerme de pareja con Andrea, señora Pratt?


Sabía que yo era introvertido y rutinario. ¿Por qué sacarme de mi zona cómoda?

Era.

¿Ya no soy esa persona? Comprender mejor y encarar las cosas a las que se enfrenta a Andrea me han dado valor, quizá.

—¿Eso quería usted, señora Pratt? —lloro—. ¿Me tiró al agua sin previo aviso a pesar de que la invité muchas veces a café y a donas?
》También recibí un paquete que contiene información sobre la carrera de gastronomía. Sólo usted sabía de mis aspiraciones, señora Pratt —Niego con la cabeza y me arrodillo sobre la grama en la que estuvo su ataúd— . Era usted una anciana bastante enteometida, sabe... y por eso la voy a extrañar. La voy a extrañar todos los días de mi vida al igual que extrañaré a papá. Gracias por su amistad, señora Pratt.

...


De repente todo parece más silencioso, triste y oscuro. Tener cerca de mí a Andrea era como tener mi canción favorita en replay todo el tiempo y ahora vivo como si hubiera perdido mis auriculares. La extraño tanto.

Tanto.


Mamá se ha esforzado en consolarme, ha cocinado estos últimos días para Byron y para mí y procura que pasemos tiempo juntos. Todo marcha bien entre nosotros. Por otro lado, desde que se mudó con nosotros la camioneta de Néstor aparca siempre en la esquina de nuestra calle. No obstante, él no intenta acercarse a hablar conmigo o con mamá.

Decidí afrontarle.

—Sé que eres tú, Néstor —digo, dando golpecitos al vidrio de la ventana del piloto.

Néstor duda, pero finalmente baja su ventana. —Hola, Oliver —dice, con un tono de voz derrotado.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho. —Asumo que estás vigilándonos.

—No quiero estar lejos de Magda y Douglas por si llegaran a necesitar algo.

Se escucha honesto.

Juro que me enferma la condescendencia de este tipo. Sin embargo, estar en una relación me ayudó a comprender lo importante que es contar con alguien. Por lo que, y pese a que todavía es difícil para mí, decido llevar la fiesta en paz por el bien de mamá y mi hermano.

Oye, Néstor, tú eres el verdadero Superman.

—¿Por qué no intentas hablar con ella? —sugiero.

—Me culpa indirectamente de la muerte de Lucy.

Aún no entiendo por qué.

—Pero fue un accidente.

—Ella dice que esa noche pudimos llevar a los niños a cenar con nosotros.

Mamá y su lógica. Yo también pude haber estado toda la noche en vela junto a la cama de papá para vigilar que no se suicidara, pero las cosas pasan y hay que afrontarlas.

La mala reputación de Andrea Evich ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora