20. Las ideas de Sasha

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HEDDA

Sasha tuvo una gran idea, de esas que sólo se le pueden ocurrir a él. Su interés en los objetos que escondió su abuelo en el bunker lo lleva a diario a la Cúpula del Heraldo, obligando a Macabeos a enseñarle a utilizar todo. Hasta yo me he beneficiado de eso, quiero agregar; pues Macabeos es celoso de sus conocimientos. Sin embargo, siendo el caso de que Sasha es el segundo en la línea de sucesión al trono, él no puede negarse a explicarle algo.

La gran idea del príncipe es colocar cámaras de televisión en el Salón de banquetes para filmar todo lo que sucede allí cuando la realeza está de fiesta. El quiere conservar esos recuerdos para la posteridad. Al inicio Eleanor dijo que no, pero Sasha tiene métodos poco ortodoxos de convencimiento.
Ahora Macabeos y yo estamos instalando cámaras en el salón.

—Haremos la primera prueba durante la fiesta de cumpleaños de mi hermana —dice Sasha, sentado cómodamente en un sofá limándose las uñas—. Será aburrida como el infierno porque yo no estoy a cargo pero algo bueno obtendremos.

—¿Qué necesita conservar para la posteridad, Alteza? —pregunta Macabeos. Él y yo estamos habilitando viejas conexiones de energía eléctrica.

—Todo. ¿Has visto enloquecer a Mirla Canto cuando está ebria?

Mirla Canto, otra alcohólica como la duquesa de Jacco.

—Sin duda la conocemos, Alteza —responde Macabeos por los dos, aunque sin ánimo de indagar en el tema.

Yo hablo poco cuando estoy frente a algún parasito real o alguien de la Guardia al que no tenga confianza. Ellos pueden reconocer mi voz. La voz de la H.

—Quiero eso, sexo fortuito, mofa, baile... lo que sea para carcajearme por los siglos de los siglos —ríe el príncipe—.  Tal vez hasta haga llegar algunos vídeos a Sombrero grande.

—Debemos ser prudentes con este tipo de objetos, Alteza.

Sasha entorna los ojos. —Tonterías. Dices que nadie que tenga televisor puede ver algo si tú lo impides, ¿no?

—Así es, Alteza. Sólo podemos hacer transmisiones en vivo con autorización de la reina.

—Eleanor es tan aguafiestas. ¿Te imaginas la cara de los campesinos al ver todo lo que sucede aquí? —Sasha echa la cabeza hacia atrás para carcajearse—. Morirían del espanto.

No, Alteza, se indignarían al ver quiénes son realmente ustedes.

He ahí por qué esto es una buena idea. Sasha no ha advertido que esto también nos servirá para poder entregar buen material a las Serpientes y ganarnos así su confianza.

—Así que pudiste convencerla —Jorge acaba de entrar al salón, sorprendiéndome a mí y a Macabeos

A Sasha no parece importarle. —¿Por qué siempre me subestiman? —se queja.

—Esto también rompe el tratado.

—Me limpio el culo con tu tratado, Jorge.

El tratado...

—Y aún así no tienes más poder que Gavrel.

Eso fue una burla, una patada al ego, pero Sasha no pierde la compostura y continua limando sus uñas —A mi no me mangonea Eleanor —bufa.

—Pero te tienes que hacer notar.

El príncipe finalmente pierde un poco la paciencia. —¿Qué quieres, Jorge?

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora