25. Me piden cargar al Conde de Abastoa

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—¡Elena! —escucho que me llama una alegre voz.

Me vuelvo para ver quién.

Es Gio y está con Nastia, Isobel y Farrah.
Gio y Nastia traen consigo al menos cinco vestidos.

Isobel suelta el brazo de Farrah para coger el mío. —Ven, Elena. Acompáñanos a mi habitación. ¿Sabías que el jueves es mi cumpleaños? —pregunta. Asiento—. Gio trajo vestidos para que escojamos uno.

—¿Escojamos?

—¿No vas a asistir a mi cumpleaños? Será aquí mismo en el castillo, en el Salón de banquetes.

—¿Podré bajar? —pregunto, asombrada.

—Te estoy invitando a que lo hagas. No soy muy popular entre mis propios invitados y tú tampoco conoces a nadie. Podemos hacernos compañía.

Pero...

—Les recuerdo que yo también estaré —interviene Gio.

—Pero prefieres la compañía de tía Mina a la nuestra.

—Es cierto —convengo.

Cuando llegamos a la habitación de Isobel, Nastia se apresura a acomodar los vestidos sobre la cama para que podamos verlos.

—Farrah, tú también puedes acompañarnos durante la fiesta —propone la princesa, pero Farrah no parece interesada.

—No seas tonta, Isobel, ella acompañará a Gavrel —replica Gio, como si fuera lo más obvio.

—Dudo que eso suceda —dice Farrah.

—¿Gavrel no va a asistir al cumpleaños de su propia hermana?

—Giordano, no hables como si no supieras qué pasa —critica la otra, aunque sin perder la calma. Una calma que da miedo.

Gio tiene la decencia de mostrarse un poco avergonzado. —Sólo decía.

—Escoge un vestido, Elena —me pide Isobel, intentando cambiar de tema.

¿Un vestido con corsé?

—Alteza, Gio me regaló algunos vestidos cuando vine aquí. Puedo usar alguno de esos.

—De ninguna manera. En la fiesta serás mi invitada, no otra sirvienta. Anda, elige uno.

Dudo hasta que Gio me persuade lo suficiente para decir que si. —Pero Lady Farrah y usted deben escoger primero —pido.

A veces Isobel hace cosas que me exigen hacerle preguntas. ¿Yo, su compañía?
Ella y Farrah dan un vistazo a los corsé y faldas de seda sobre la cama.

—Da igual cuál escoja, ninguno me favorecerá —dice la princesa.

—No subestimes a mis diseños, querida —se queja Gio.

—Farrah, escoge tu primero.

—Tampoco me favorecerá alguno.

Ambas son indecisas.

Isobel toma la iniciativa y coge entre sus manos un vestido azul.

—Anímate con este. El color favorito de Gavrel es el azul.

Farrah coge tímidamente el vestido de las manos de Isobel. —¿El azul?

—Sí. Se te verá hermoso. También puedo peinar tu cabello con un moño.

—El azul se verá bien en un usted, señora —digo, para animarla—. Ese color... —Piensa en algo, Elena— contrasta bien con su cabello.

Crónicas del circo de la muerte: Reginam ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora