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—No es lo que creen —dijo Frieda y lo repitió mirando a Adler—. No es lo que crees —insistió. El chico solo negó con la cabeza, Marcia ya dormía plácidamente sobre la cama de Frieda.

—Ya hace tiempo tenía mis sospechas, Frieda... pero... —dijo Carolina aún algo confundida.

—¿Sospechas? ¿De qué? —inquirió la chica al borde de la desesperación, Adler la miraba imperturbable, como si no tuviera ninguna emoción.

—De que esto estaba sucediendo —añadió la mujer y luego se sentó en la silla del escritorio. El celular de Adler sonó y sin pensarlo lo miró, era un mensaje en su grupo de compañeros de la universidad. No iba a abrirlo pero al ver el nombre de su novia en la notificación, le dio curiosidad.

Nada lo preparó para lo que vio al abrir el mensaje, una foto de Frieda haciéndole sexo oral a Mauricio, se veía muy bien que era ella aunque a él no se le identificaba, solo el color de su camisa, pero como fue él quien la mandó y luego subió otra foto de él con esa misma ropa y de ella durmiendo en sus brazos, era muy obvio. Un par de comentarios de dos chicos abajo hablaban de las maravillas que podía hacer su chica y aquello fue suficiente. Había pruebas, las acababa de ver, ¿cómo podía seguir dudando?

—¡No está sucediendo nada, mamá! ¡Marcia está borracha! —añadió gritando.

—Mira, Frieda, si estás confundida o si no lo estás, sabes que puedes contar con nosotros —dijo Carolina pero eso ya terminó de colmar la paciencia de Frieda, además la actitud de Adler la confundía.

—¡Adler! —lo llamó ignorando a su madre—. Sabes que esto no es lo que parece... —añadió casi en un susurro, su novio la había mirado con tanta frialdad que le heló la sangre.

—En este mismo momento, Frieda, ya no sé qué es lo real y qué no. ¿Acaso pensabas que no iba a enterarme nunca? ¡¿Cómo demonios te acuestas con mis amigos y piensas que no lo sabré?! ¡Ya basta de tratarme de estúpido! —gritó.

—¿De qué demonios hablas, Adler? —preguntó Frieda y Carolina frunció el ceño sin entender nada.

—Tengo la foto, la que te sacó Mauricio mientras tú... le estabas... —miró a Carolina que lo observaba curiosa y negó sin decir nada, la sola imagen de aquello le dolía con tanta fuerza que el corazón parecía habérsele estrujado y casi no podía respirar.

—¿Haciendo qué? —inquirió Frieda sin entender nada.

—Lo estabas... No importa, ya no quiero saber nada de ti, me engañaste, te burlaste de mí, me fallaste. ¿Por qué lo hiciste, Frieda? Yo siempre fui sincero, te cuidé, te amé como a nadie... ¿Por qué? —dijo con la voz quebrada de dolor dejándose caer en el suelo.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Carolina desorientada, Frieda no dijo nada y corrió hasta donde estaba Adler dejándose caer frente a él.

Ni príncipe ni princesa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora