Toronto.

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Pov. Perrie:

El maldito despertador sonó a las ocho en punto, y el sol me golpeó el rostro de la manera más violenta posible. Abrí los ojos y me levanté, pesada. Sintiendo el frio del suelo recorrer todo mi cuerpo y provocar un leve escalofrío. Aturdida, caminé por la habitación, viendo la maleta en una esquina. Perezosa, estiré todo mi cuerpo, destensándolo.

Ha llegado el día.

Salí de la habitación, encontrándome a Jade frente a la puerta, vestida y lista.

–¿Cuándo te has alistado? –, se encogió de hombros –Dios mío Jade...

–He despertado a las cinco, estaba nerviosa, no podía dormir más –. Susurró –Juro que lo he intentado...

La miré de arriba abajo, el vestido gris que llevaba encajaba perfectamente en su figura. Tenía un lazo blanco atado en la cabeza, y una enorme sonrisa estampada en la cara. Radiante, hermosa.

–Espero, que no esperes que vaya igual de bien vestida que tu hoy –. Sonrió, acaricié su cabeza y besé su frente. –Estás preciosa.

–Bueno, debemos estar en el aeropuerto en una hora, ¡Vamos! ¡Ve a la ducha! –. Tiró de mi mano, metiéndome en el baño –Voy a preparar café, y a revisar que todo esté listo.

–¿Puedes dejar de ser tan hiperactiva? –, negó y azotó mi trasero varias veces, empujándome de nuevo cuando traté de salir del baño.

–Pre-pa-ra-te –, me señaló con su dedo índice.

Pov. Jade:

Prácticamente saltaba de alegría. Ayer pasamos la noche planeando cosas que podríamos hacer cuando Perrie terminase lo que quiera que fuese a hacer, estaba entusiasmada de poder visitar Canadá y pasar tiempo con Perrie. Aun me sonaba rara la razón por la que Perrie debía de ir a Canadá, pero me moría de ganas interiormente. Apenas dormí esta noche, aunque con miedo, pero entusiasmada, revisé con mucho sigilo mi maleta, Leigh aun dormía y no pretendía despertarla. No otra vez.

Perrie salió con la toalla envuelta en el cuerpo y su cabello recogido, también, en una toalla, me acordé de aquel día que tiró la toalla, ignorando que yo estuviese allí, y me dejó completamente aturdida con su figura. Su cuerpo era digno de admirar con o sin ropa. Perrie era terriblemente hermosa. Tristemente no pude verla por más de tres segundos, se encerró en su habitación. Tampoco podía interrumpir, debíamos salir en menos de una hora si queríamos estar a tiempo.

Bebí mi café con prisa, Perrie aún no estaba lista. Llamé a su puerta varias veces, pero lo único que respondía era un "¡Ya casi!" Recogí un poco el apartamento mientras tanto, y saqué mis cosas colocándolas en la puerta. Aproveché para ir pidiendo un Taxi y para comer algo, también preparé algo para Perrie. Viajar a Canadá eran cuatro horas, por lo que, si no comíamos algo ahora, moriríamos de hambre.

–Ya estoy, ¡Ya estoy! –, Perrie salió de la habitación, arrastrando consigo su maleta. –¿Traes tu documentación? –Asentí –¿También ropa abrigada? –, volví a asentir, ansiosa. –Entonces, podemos irnos.

–Por fin, el taxi lleva esperando como cinco minutos –. Perrie alzó su mano, la sujeté con la mía y agarré la maleta.

Salimos por la puerta, y cerramos el apartamento con llave. Sentí un escalofrió recorrer todo mi cuerpo cuando cruzamos el portal, saludamos al Taxista quien insistió en ayudarnos a guardar las maletas, pero Perrie insistió en hacerlo ella, después entramos al Taxi.

–¿Dónde vamos chicas? –, Perrie me miró antes de hablar.

–Al aeropuerto por favor –, el coche arrancó, y nos dirigimos al aeropuerto.

I'm in love with a dirty | Jerrie thirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora