Capítulo 38 🌙

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Arianne

Llegamos al famoso club irlandés llamado el Infernus. Lo primero que noto es el olor. Aquí no solo hay humanos, también licántropos. Ashton me abre la puerta de la camioneta mientras Asher pone una mano en mi espalda baja. Quiero ver la cara de Julianne cuando vea que tomé prestado unos de sus espectaculares vestidos. Espero que no le importe, ella no los necesitará en la cárcel.

Hay mucha gente en la fila esperando para entrar. Dudo que logremos pasar en pocos minutos. La demanda es bastante. Los hombres que custodian la puerta nos miran de pies a cabeza con algo parecido a la reprobación. Me pego más a Asher.

—Extranjeros —Es lo primero que dicen cuando nos ve.

Les frunzo el ceño.

—¿Hay algún problema con eso? —pregunta Ashton.

El bastardo se ríe con sus ojos en mí y Asher gruñe. No quiero que se meta en ninguna pelea.

—Esperen la fila como todos —ordena el custodio —. Hay más de cien personas antes que ustedes.

Lo sabía. Ashton rebusca en su bolsillo y mis ojos se abren cuando saca varios billetes.

—Son dólares americanos —dice mi cuñado —. Doscientos para ser exactos, más de lo que vale una entrada aquí. ¿Vas a dejarnos pasar o seguirás siendo un imbécil?

Mi mandíbula cae abierta. Pienso que el neandertal le dará una paliza, pero a cambio su boca se inclina en una sonrisa de tiburón. Listo. Comprado.

—Adelante —cede mientras acepta los billetes —. Me encanta negociar.

Se hace a un lado y entramos mientras varios gritos indignados se dirigen a nosotros. El dinero compra al mundo, aunque mucha gente no lo apruebe. La música revienta mis tímpanos, y cuando salgamos de aquí, estaré sorda. El ritmo de la canción electrónica empieza a acelerar y las personas saltan mientras bailan. Es una locura.

—Buscaré a Axel —manifiesta Ashton, retirándose.

El ambiente es entretenido y suena canciones geniales. No pienso en mis entrenamientos, la loca de Julianne o lo que me espera con Abigail. Simplemente disfruto como una adolescente normal de dieciocho años.

—Axel me escuchará —espeta Asher —. Me tiene harto con su actitud de imbécil desconsiderado.

Sonrío.

—No creo que tus amenazas le importen —señalo la pista de baile.

Visualizo a su hermano con Audrey y un chico muy atractivo. Los tres comparten besos lujuriosos mientras se toquetean en un baile sensual. ¿Ashton? Fuma casualmente en una esquina sin ánimos de unirse a la diversión. Es un alma tan vieja. ¿Quién viene a un club si no es para bailar? No hay señales de Julianne.

—Espero que sea el siguiente en encontrar a su compañera —dice mi lobito —. Será la única forma de que siente cabeza.

Envuelvo los brazos alrededor de su cuello.

—Deja de preocuparte por los demás.

—Imposible. Julianne es una asesina y debemos detenerla.

Ruedo los ojos y miro nuestro entorno.

—No la veo en ningún lado. ¿Qué tal si disfrutamos un rato? Nunca vine a un lugar como este.

—¿De verdad? Hay tanto que debes conocer, bonita.

—Enséñame.

Observo como las luces de colores alumbran sus rasgos faciales y alborota las mariposas de mi estómago. Es tan hermoso. Memorizo cada detalle sin pudor y mis labios ansiosos le besan el cuello mientras sus manos bajan a mi trasero para apretarlo. Se me escapa un gemido.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora