Capitulo I

27 5 2
                                    

Martes 25 de mayo del 2008

Cinco años antes.

Berlín — Moscú — Rusia

—Hola permiso, ¿hay alguien aquí?

Un joven muy apuesto alto, de metro ochenta, muy elegante bien vestido, cabello largo hasta la altura de sus hombros, algo descuidado, ojos color café, con una inmensa paz interior.

Del otro lado de la cortina color bordo, de unos dos metros de alto, se oye una voz malhumorada que responde.

— ¿Quién anda hay?

El Hechicero con intriga piensa lo raro que fue no escuchar sonar la campanilla de la puerta de entrada.

—Hola me llamo Arthur Sergevich— Respondió el joven apuesto.

— ¿A quién busca?— Pregunta Frank acercándose.

—Busco al hechicero. Me dijeron que lo podría ubicar aquí.

—Amigo mío ¿No eres de aquí verdad?— Pregunta el Hechicero con una leve sonrisa en su rostro.

—Pues no joven, no soy de aquí, vengo desde muy lejos.

— ¿Cómo se llama al hechicero que buscas?

—Se llama Frank Slovich ¿Lo conoce?— Pregunta ese joven apuesto de ojos color café.

—Puede ser ¿Y para que lo busca?

La curiosidad del hechicero crecía cada vez más.

—Bien, es que necesito hablar con Frank— Responde, reservándose el mensaje.

—Pase buen amigo, tome asiento— Responde esa voz mal humorada del otro lado de esa tela bordo que los separaba. Al cruzar Arthur se encuentra con una persona de unos 35 años aproximadamente, cabello color negro, ojos bien oscuros. Se podía ver la maldad en sus ojos y corazón. Una túnica de hechicero con diseños de velas, calaveras, rayos, con un gorro del mismo diseño, sentado sobre una mesa mediana, dos sillas y mantel color rojo.

—Bien, déjeme decirle algo. Necesito que me preste muchísima atención, si escucha mi mensaje y lo hace, puede salvar su vida— Exclama Arthur.

—Hombre ¿de qué me habla? Largue ya el bocado.

—Soy un hijo de Dios, un apóstol de Jesús Cristo, nuestro hermano— Respondió el ángel mandado por Dios.

El hechicero largó una carcajada, un tanto malévola, pensando por dentro que aquel hombre estaba loco. Creyéndose un apóstol del supuesto Dios.

—Perdone usted mi deleite, déjeme admitirle ¡Dios no existe amigo mío!— Exclama Slovich.

—Frank escuche mi mensaje, es un mensaje directo de Dios, puede salvar su vida, busque en lo profundo de su corazón— Responde Arthur.

—Sr. Slovich, para usted. No tengo demasiado tiempo dígame el supuesto mensaje y váyase, por favor.

—Tú, empezaras a enfermar, tendrás problemas cardíacos y respiratorios. Luego enfermaran tus carnes y tus huesos. Además te seguirán, te asecharan esos demonios con los que has estado pactando y todo eso producto de tus maldades, de tus hechicerías, de toda la maldad que emanas y brindas a la gente angustiada que necesitan de la salvación. Que no saben qué hacer, hacia donde ir, tú y tus engaños, los lleva por mal camino y a fin de todo si no te arrepientes de todas tus maldades, llegara el fin de tus días, morirás y no podrás entrar al Reino. No lo digo yo, es un mensaje de lo más alto.

El sujeto algo nervioso, porque sabe que en el fondo de su corazón todo lo dicho es verdad, respecto a que estafa a la gente y dispersa gran cantidad de maldad sobre Rusia. No cree cuál será su próximo destino y no cree que él tenga ese poder de salvar su vida.

El Hechicero RusoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang