Capítulo 19.

586 41 4
                                    

Capítulo 19: Me enamoré (Últimos capítulos).

—¿Te gusta el Gimnasio? —preguntó Darío.

—Sí —dije observando alrededor—. Esta bonito. —Sonreí.

—Supongo que vos haces ejercicio.

—Sí, no tanto. Igual tampoco sabía que tú ibas.

—Lo empecé luego del accidente sin falta, me prometí ejercitarme por dos cosas. Mi memoria y mi cuerpo —rio—. Bien, empecemos con cardio para calentar.

Subimos a la caminadoras y empezamos el trote, luego de 10 minutos estaba decidida a ir a otras máquinas ya que no me gustaba la caminadora.

—Espera, corramos —dijo sonriente.

Él toco unas teclas y la velocidad fue incrementando hasta correr.

»Pero que carajos«.

—Darío —dije sudando a los 2 minutos.

Odiaba la caminadora y odiaba correr.

—Tenemos que correr, hace bien. Fortalece tus músculos —contestó casual.

»Si le digo que estoy sufriendo me veré pendeja,mejor me aguanto«, pensé.

5 minutos...

Esto se estaba saliendo de control.

Me daba miedo separar mis piernas ¡dios! ¡Tengo miedo!

—¿Estas bien? —preguntó preocupado al verme sudada como marrana. Lo peor de todo es que tampoco podía agarrar la maldita botella, no puedo hacer dos cosas a la vez, apenas podía respirar, aunque sea entre cortada.

—Darío. —Mencioné con mi corazón acelerado.

No respondía, lo mire y *puta bida*

Darío tenía los auriculares puestos.

»¿Y ahora que hago? Que vergüenza«, me maldije.

10 minutos más....

—Ya-no-puedo-mas. —Caí como plancha de la caminadora.

—Azopu...

Darío vio que estaba tirada en el suelo a lo que fue rápido a auxiliarme. Él no era el único que se acercó sino unos 5 chicos muy guapos a ayudarme.

—¿Se encuentra bien, señorita? —preguntó un Rubio tipo Cody Simpson.

Asentí adolorida. Me di un buen golpe.

»Que vergüenza«, pensé avergonzada, pero a la vez me daba risa por mi absurda caída.

—La vamos a llevar a enfermería. —Me ayudo a levantarme otro sujetó.

—Déjenla, es mía. —Interpuso Darío.

—¿Tú eres su amigo? —preguntó el rubio grandote.

Me miró y sonrió.

—Ella es mi novia —pronunció esas palabras hermosas.

Quede boquiabierta, paralizada. Se podría acabar el mundo, pero nadie me quita lo sorprendida que estaba.

—Si es su novio ¿Por qué no la cuido? —dijo enojado dispuesto a pegarle.

—Ya estoy bien, gracias. —Me puse en el medió de los dos.

—¿Segura? —repitieron los dos al mismo tiempo.

Solté una risita leve sonrojada.

—Sí, gracias. —Le agradecí al chico ya que Darío no hizo una mierda.

Ven a mí, amado profesor [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora