II PRIMEROS DÍAS-1

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· Eloísa

Cuando llegamos a la peluquería de Alberto me alegré un montón de volverlo a ver, parece ser que había roto con su pareja. Alberto, al igual que yo, es homosexual y para más desgracia con pasta con lo que los moscones se le acercan como a la miel, me dijo que pondría a Camino en manos de su ex cuñada, porque para los temas de los pelos la mejor de toda la ciudad era ella, incluso tenía varios premios internacionales por su buen hacer con el pelo. Tardó un buen rato y cuando salió me quedé embelesada, joder estaba hermosísima, es la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Un ángel había aparecido en mi vida y me llevaba por un Camino que me apetecía seguir.

Camino: "Nunca me había sentido así, me siento hermosa y sumamente bella..."

Alberto: "Ahora vamos a cambiar ese horror de ropa y complementos que tienes. Por otros más acordes a tu verdadero tú."

Después nos fuimos hasta una de sus boutiques más exclusivas, y allí le estuvo enseñando los trajes más elegantes que tenía. Realmente esa ropa era cara no, era de lujo pero es que a la jodida le sentaba todo como un guante, y sin darnos cuenta empezamos a mezclar sentimientos en una relación profesional. Abandonamos la boutique de Alberto con las compras realizadas.

· Camino

Estar en la tienda de Alberto fue una pasada, cada vez sacaba algo que me quedaba de vicio, sin que Eloísa se diese cuenta Alberto me regaló un vestido de fiesta de ensueño, cuando vi el precio me faltó poco para desmayarme. Cuando dejamos a Alberto, me apetecía seguir un rato más con Eloísa, y a ella parecía que le apetecía lo mismo, así que nos fuimos a un McDonald's y nos tomamos una hamburguesa. Hablamos de nuestras respectivas familias, en eso teníamos un punto en común y es que las dos nos alejamos de las mismas por un tema bastante complejo y particular, no me apetecía decir que era lesbiana o, como el idiota de mi padre decía, una puta comedora de coños.

A la mañana siguiente, a las seis de la madrugada, me vestí con el traje de chaqueta que me compré, y sus correspondientes complementos de zapatos y joyas, y llamé a un taxi para que me llevase hasta la empresa, menos mal que los securatas conocían las costumbres de Eloísa y me dejaron pasar tranquilamente. Me presenté en mi oficina y comencé a preparar mis tareas junto con las de Eloísa. Me tomé, por lo menos, tres cafés mientras preparaba el de Eloísa. Cuando ésta llegó una sonrisa cautivadora surgió en su rostro, que me hizo quedar embobada mirándola.

Eloísa: "Oye ¿tengo monos en la cara? Pues me llevas un buen rato mirándome..."

Camino: "Perdona, pero estoy grogui, estoy aquí desde las seis y media de la mañana y ahora estoy deseando que lleguen las diez de la noche..."

Eloísa: "¿Tienes algún medio para venir hasta aquí?"

Camino: "Puedo elegir entre venir en autobús o venir en taxi..."

Eloísa: "¿Sabes conducir?"

Camino: "Sí, pero mi familia piensa que una mujer conduzca un coche es una marimacho."

Eloísa: "¿Y tus padres?"

Camino: "¿Esos? Sólo piensan en que las mujeres no deben hacer el trabajo del hombre, que nuestro sitio es la casa, criar los hijos y dejar que los hombres se vayan de putas..."

Eloísa: "Entonces fotocopia de los míos, no son capaces de entender que nos sentimos a gusto siendo útiles a la sociedad, y no encerradas entre las cuatro paredes de algo que dicen que es nuestro lugar. Pero yo lo tengo peor..."

LA SECRETARIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora