Capítulo 46 🌙

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Arianne

El cuerpo de mi hermano está tendido bocabajo, besando el sucio suelo y desnudo como un muñeco abandonado. Cuando me aproximo al montón de niños que lo rodean, las piernas me fallan, aunque intento acelerar el paso. Las lágrimas impiden que vea con claridad y, por más que las seco, vienen unas tras otra. Cuidadosamente aparto al resto de los cadáveres para tomar a Theo y estrecharlo entre mis brazos. Ignoro el fétido aroma que desprende, la suciedad y la gélida piel. Ignoro todo. Lo único que me importa es el ahora. Lo tengo.

Lo encontré.

—Perdóname —Lamento entre sollozos mientras lo acuno en mis brazos —. Lo siento tanto, cariño. Nunca quise que terminara así. Te juro que no quise.

Los recuerdos vienen a mí como una cometa y tiemblo. Yo quise ayudarlo, pero el miedo me ganó esa noche. Debí ayudarlo, debí luchar y ser más valiente. Él me protegió a pesar de ser un niño. Dio la vida por mí. No puedo olvidar su cuerpo inerte en el bosque. Ahora lo he encontrado en las mismas condiciones y abandonado como la última vez que nos vimos.

Voy a estallar, lo puedo sentir. Mis emociones están descontroladas, es demasiado sufrimiento que procesar. No volveré a oír sus risas, sus molestas bromas, ni disfrutar de sus abrazos. Mi hermano nunca despertará. Se expande el agudo dolor en el pecho hasta más allá de lo físico. El pánico, el despiadado pánico me rodea la garganta con sus dedos y esta vez no parará. Devorará mi cerebro y abrirá un hueco en mi corazón. Me dejará muerta como Theo.

Yo debí morir no él.

Abrazo el cuerpo de mi hermano una vez más y entierro mi rostro en su cuello deseando inútilmente que cobre vida. Como un rito, comienzo a balancearme sin dejar de balbucear su nombre. Me muevo para atrás y adelante. Un ritmo constante que me mantiene a flote.

—Estoy aquí —Escucho el llanto como eco en mis oídos. Estoy asustada. La culpa se arrastra en mi alma, consumiéndome, y no tiene intenciones de salir.

Sí, todo esto es mi culpa, únicamente mi culpa. Deseo morir. Ya no quiero vivir. Estoy rota. He muerto con Theo justo ahora. Por favor, que alguien acabe con mi sufrimiento.

Por favor...

Las luces dentro de la habitación empiezan a parpadear.

Aulus maldice.

Recuerdo a Theo. Solo a Theo.

Theo está muerto.

Aulus lo mató.

Alzo mi mirada a la pared ensangrentada. Mis ojos se abrillantan en ellas, no solo por la pérdida, también por el rencor y la furia.

Aulus debe morir.

La cólera me carcome al igual que el odio. Dejo que la oscuridad me consuma por completo. Es momento de la venganza y nada me detendrá. Un foco de luz se rompe en la habitación, recordándome de lo que soy capaz. Cierro los ojos con determinación mientras escucho los murmullos de los guardias, los cerdos están asustados.

—¿Arianne?

Impulso el dolor fuera de mi cuerpo, el resto de las luces de vidrio explotan y las paredes se agrietan.

Luego sucede.

Los cristales atraviesan los cuerpos de todos estos imbéciles que me han dañado. Un hombre intenta detenerme, pero se dobla por la mitad. Un grito desgarrador surge de su garganta, pero no me detengo. El siguiente que se acerca cae al suelo mientras sus huesos se rompen.

—¡Traigan un tranquilizante! —ordena Aulus.

Me quedo en silencio mientras miro la escena.

El cuerpo desnudo Theo yace en mi regazo.

Dulce Maldad [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora