Capitulo 22; Cuidada y consentida

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Dana abrió los ojos despacio, le pesaban, le dolía la cabeza, bueno no solo la cabeza, le dolía absolutamente todo el cuerpo.   Es como si hubiera pasado días en la cama  ¿días?

-Estas despierta –Giovanni se levanto de su sillón y se acerco su hija –Oh mi niña, me asuste tanto

-¿Qué ha pasado? –Dana se incorporo y sintió una punzada en su abdomen –Me disparo

-Lo recuerdas –Giovanni la abrazo con cuidado –Lo siento mi niña

-No es tu culpa papa –Dana le miro con tristeza –Estoy bien –frunció el ceño -¿Cuánto tiempo llevo dormida?

-Dos días –Giovanni le acarició la mejilla

-¿Dos días? –Dana lo miro sorprendida

-El doctor dijo que era lo mejor –Giovanni asintió –De esa forma tu cuerpo se respondería, perdiste mucha sangre aunque la herida no era grabe

-Mucha sangre –Dana llevo una mano a su abdomen y la poso donde notaba la venda

-Llamare al doctor para avistar que despertaste –Giovanni se levanto de la cama –Aunque viene todos los días a verte

-Papa –Dana le llamo antes de que se marchara -¿Y Kevin?

-Le mande a dormir –Giovanni sonrió levemente –No se ha apartado de ti en ningún momento

A la media hora de avisar al doctor, el ya  estaba en la casa  Reviso a Dana y le cambio el vendaje después de una cura .  Le ordeno que tomara unos días de reposo, tampoco hacia falta mucho y le receto unos calmantes.   La empleada le subió una bandeja con algo de sopa y jugo para que comiera y pronto volvió a caer rendida

-Ahh –El grito mientras se retorcía en el suelo, rápidamente ella se levanto y corrió a tomar el arma.   Se acerco a el apuntándole, y paso su otra mano por su frente, tenia sangre,  un golpe, seguramente al caer al suelo  -Quiero un nombre –le miro decidida mientras le apuntaba –Te aseguro que no me temblara el pulso

 

-No puedo –El hablo mientras apretaba su estomago

 

-¡Dime un maldito nombre! –Dana apunto a su pierna, no dudaría en disparar  Necesitaba el nombre de aquel que quería librarse de su padre y estaba dispuesta a todo por conseguirlo

 

-Cortes –El la miro a los ojos –Andrés Cortes

Entreabrió los ojos, aun recordando ese nombre, Andrés Cortes.   Noto como la luz se filtraba por la ventana, seguramente ya era de día, cuando el doctor vino a verla eran casi las doce de la noche.  Suspiro y entonces un aroma a flores inundo sus fosas nasales, frunció el ceño y movió la cabeza, vio una bandeja en la cama, una bandeja llena de comida deliciosa, un gran desayuno

-¿Tienes hambre? –Escucho la voz de el muy cerca y el impulso hizo que olvidara su herida, trato de incorporarse rápidamente

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