Capitulo 6: Un Disparo.

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Emalene respiró profundamente por última vez. Iba a hacerlo. Probablemente no habría una segunda oportunidad y si fallaba después de eso… No quería pensarlo.

Se concentró, controló todo temblor en sus manos, apuntó…

Y disparó.

Solo hubo una única palabra para describir lo que siguió, y esa, fue caos.

No solo en la entrada del museo, sino que la propia Emalene retrocedió hasta chocarse con la  pared detrás de ella.

-No…- Susurró. –No, no, no.-

Edward, uno de sus cómplices y antiguo chofer de su madre corrió hasta ella desaforado.

-¡Ema! Por Dios, tenemos que salir de aquí. He oído el disparo, no tardaran en comenzar a buscarte.-

Pero ella no se movía ni hablaba mientras él intentaba levantarla del piso.

-Fallé…- Susurró temblando.

El hombre arrugó la frente.

-¿Qué?-

-Fallé.- Sacudió la cabeza a ambos lados frenéticamente.

Edward la tomó por la cintura y levantó guardándose el arma en la chaqueta para salir de allí. No iba a arriesgarse a mirar por el balcón en el que se encontraban, si alguien los veía, si alguien los descubría, las consecuencias serían fatales.

Maximillian Nash había sido encomendado para el cuidado de Arlet Van Helmont junto con dos más de sus compañeros del Departamento de Seguridad Real. Toda su familia estaba al servicio de los Van Helmont, y los hombres siempre habían ocupado un puesto en el mismo departamento en el que él se encontraba ahora.

Le encantaba su trabajo y lo disfrutaba. Aunque claro, la mayor parte del tiempo no había ningún peligro al que enfrentarse más allá de alejarse de las cámaras y periodistas a os que debían mantener al margen.  Y la anciana, aunque quizá no tan anciana, no suponía un gran desafío. Se movía en aburridos círculos y no pasaba mucho tiempo al aire libre, lo que era un verdadero alivio.

Pero esa tarde, estaba particularmente esquiva. Les había ordenado mantenerse alejados más que de costumbre para poder charlar con comodidad con sus amistades quienes se sentían un poco incómodas con tantos extraños oyendo sus aburridas y frívolas conversaciones.

A Max poco le importaba. Sus compañeros se habían alejado todo lo posible, pero él se dedicaba a caminar alrededor de la ex reina sin importar sus indicaciones, su trabajo era protegerla y no podía hacerlo si guardaba las distancias.

En el momento que el estallido sonó, no al lado de Arlet sino de su nieta, Charlotte. Por puro instinto, se lanzó sobre ella y la tiró al piso protegiéndola con su cuerpo. No supo cuales fueron los movimientos de los demás en los siguientes segundos en los que aguardó en esa posición sin moverse a la espera de un nuevo disparo.

Pero nada se oyó.

Charlotte gimoteó y no pudo hacer más que correrse a un lado.

-¿Estás bien?- Preguntó examinándola con la mirada.

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora