Capítulo 2

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Me desperté un tanto aturdida

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Me desperté un tanto aturdida. Supe de inmediato que estaba en el hospital , apenas vi las paredes blancas supe dónde estaba. Por desgracia no pude olvidar todo lo que había pasado. Tenía cada uno de los recuerdos de la noche anterior grabados en mi memoria. Y en mi maldita piel. 

Me sentía vacía, sucia y destruida por dentro, no sabía domo explicar esa sensación tan amarga que me desgarraba por dentro y por fin puedo decir con sinceridad que entiendo a mis pacientes al decir que no saben como expresar lo que sienten. 

Las costillas aún me dolían, la cabeza me palpitaba y sentía los senos pesados y doloridos. Noté que tenía vendaje por casi todo mi torso, mi brazo izquierdo estaba inmovilizado y tenía algunos moretones en las piernas. Oí voces y supe que los médicos venían hacia acá, mentalmente rogaba porque nadie me reconociera. 

No fui tan tonta como para llamar a el mismo hospital donde trabajo, seria penoso que me vieran así, no quería que conocieran la situación en la que me encontraba y menos que no había podido manejarla. ¿Qué pensarían mis jefes? ¿Cómo atendería a mis pacientes en el estado en el que estoy? Mi credibilidad como profesional quedaría por debajo del piso por decirlo de la mejor forma.

—Hola veo que ya despertaste— la enfermera se acercó a revisar la bolsa de suero —¿Cómo te encuentras?

—Muy adolorida la verdad —respondí algo ida.

— Es normal que te sientas así, tienes un par de costillas rotas y múltiples hematomas, además una contusión en la cabeza aunque no es grave — me dijo sonriendo — en breve vendrá el doctor Pitterson a examinarte nuevamente y a ordenar los exámenes ¿vale? — me dio otra sonrisa cálida que no pude devolver.

—Fue horrible —se me sale decir sin pensar. 

La enfermera me miró sorprendida, estaba por decir algo cuando la puerta de la habitación se abrió. El Dr entró y yo solo .e quedé mirándolo a los ojos, dos iris del azul más intenso me miraban sin decir una sola palabra. Nunca creí posible que un azul así de fuerte pudiera existir en los ojos de una persona. 

—Buenas tardes, señorita Maslow ¿Cómo se encuentra? - me pregunta y aunque pone una sonrisa que puede derretir uno de los polos de la tierra no puedo dejar de pensar en lo estúpido de su pregunta. ¿Cómo mierda iba a sentirme?

—Adolorida — decidí ser educada.

—Es normal, le han dado una paliza horrible Hanny, ¿me permite preguntarle algo? — asentí sabiendo por dónde va esto —¿Quién la ha golpeado? y quiero la verdad, como psicóloga no va bien mentirme respecto a lo que pasó — me sonrojo a él escuchar lo que dice, y tiene razón, pero tampoco puedo evitar ser borde con el.

—Se que no le puedo mentir y si ya sabe la respuesta ¿para qué quiere que se lo diga? —me sorprendo por mi tono tan grosero, pero no me retracto.

— No puedo hacer suposiciones que no me corresponden señorita Maslow— me dice de lo más calmado posible, pero con tono firme.

-—Lo siento, estoy un poco alterada — digo cabizbaja y sincera —mi pareja, llego borracho a casa y me golpeo como puede ver.

Sin Temor a NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora