III

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No estaba del todo consciente cuánto tiempo había transcurrido desde mi llegada a la mansión, en realidad, había perdido la cuenta más o menos desde el tercer día. Sin embargo, apostaba porque ya llevaba una semana encerrada en ese lugar. Desde entonces, mi vida se había convertido en una predecible y aburrida rutina. Cada mañana, Trudy llegaba a mi habitación para preguntarme si bajaría a desayunar con el señor Styles, a lo que siempre respondía negativamente. Desayunaba en mi cuarto, me duchaba, me vestía, leía alguna de las novelas que se encontraban en el librero, y en eso se me pasaba la hora hasta el almuerzo, cuando regresaba Trudy o Lorenzo con una bandeja repleta de comida que generalmente nunca podía acabar. Luego podía permitirme continuar mirando el techo, pintándome las uñas o qué sé yo. No había mucho más que hacer, y tampoco contaba con mi celular como para tener comunicación con el mundo exterior -habría apostado mi vida a que Harry le había pedido a Trudy que me lo quitara-. Definitivamente, mi máxima entretención era cuando la ama de llaves se quedaba conversando conmigo, y lo agradecía de sobremanera. Era bueno encontrar a alguien agradable con quien charlar en esa desesperante cuarentena.

Sí, desesperante, jodidamente desesperante. Tanto así que ya comenzaba a perder los estribos. No lograría seguir viviendo de esa forma; limitándome a permanecer encerrada en el mismo cuarto. Empezaba a considerar seriamente que quizás era tiempo de dar a torcer mi brazo, de ceder un poco ante los caprichos del estúpido de Harry, ya que durante esos días él me había dejado muy en claro que él no lo haría.

De este modo, esa mañana en particular, me levanté una hora antes de que Gertrudy llegara a mi habitación. Me duché, cogí un vestido veraniego junto con una chaqueta de mezclilla y unas bonitas sandalias. Puse mi mejor cara, y esperé a que la mujer llegara. Cuando entró, pareció sorprenderse de verme despierta tan temprano. La verdad es que durante esos días creía haber dormido todas las horas que me habían hecho falta en mi vida.

-¿Va a desayunar con el señor Styles? -preguntó, con un leve atisbo de esperanza en sus ojos.

-Claro, Trudy -respondí con toda naturalidad, sorprendiéndola con el acto. Sus grandes ojos parecieron abrirse aún más debido a la sorpresa. Sin decir una palabra más, la mujer salió rápidamente para ir a avisarle a Harry, dejándome a solas en mi habitación, y por primera vez en días, con la puerta absolutamente abierta y sin seguro alguno que pudiese impedirme salir.

¿Podía hacerlo?... Sí, por supuesto que podía. ¿Qué era lo peor que podía suceder? Perderme, seguramente. Mas, al lado de la posibilidad de encontrar la puerta de entrada y escaparme de una vez por todas, eso solamente era un insignificante detalle.

Finalmente, salí del cuarto, y me dediqué a recorrer los pasillos en búsqueda de las escaleras de mármol que guiaban a la primera planta. Caminé y caminé durante lo que me parecieron una eternidad de minutos, sin obtener resultados positivos.

-Mierda, jodida e inmensa mansión... -mascullé, perdida en otro de los tantos pasillos. Cada rincón era igual al anterior, era extremadamente fácil confundirse.

Entonces, escuché un ruido, me volteé para observar desde dónde provenía. Al no ver nada tras de mí, me dispuse a seguir caminando, o eso hasta que algo chocó conmigo, haciéndome caer al piso. "Mierda" murmuré desde abajo.

-Cuidado con esa boca -me advirtió una voz familiar, una voz que no sabía si me daba gusto escucharla o no.

Alcé la vista encontrándome con Harry, a quien por primera vez lo veía vistiendo de la manera más casual posible. Una camisa roja a cuadros, con unos pantalones negros ajustados como siempre, y unas botas marrones con las puntas gastadas. Sí, se veía completamente diferente, pero jodidamente guapo.

Estiró su mano para ayudar a ponerme de pie. De mala gana, la acepté y me impulsé para pararme.

-Así que estabas tan emocionada de desayunar conmigo que no te pudiste contener y me viniste a buscar, ¿Eh?

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora