Los señores Winter

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The four season's
(Libro 1)

Invierno

Capítulo

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Capítulo

Los señores Winter

En una reacción retardada y como si le estuvieran robando el oxígeno, Amethys boquea desesperada para que el aliento vuelva a su garganta. El dolor en su pecho todavía se siente.


Un hombrecillo de nieve estaba al lado de la cama donde reposaba Amethys. Observándola mientras se despertaba lentamente. Estaba pálida. Tenía la cara tensa y unas profundas ojeras bajo sus preciosos ojos.
Cuando los abrió, miró a su alrededor abatida.

Realmente estaba en el castillo de hielo del señor del invierno.

La habitación era blanca y azúl. Y contrario a lo que esperaba, no era fría para estar hecha de hielo. Aunque la decoración daba mucho que desear.

Desde el techo hasta el piso, pasando por las paredes y los pilares,había copos de nieve incrustados por todas partes,de todas las formas y tamaños que podría imaginarse,incluso la cabecera de la cama tenía la forma de un copo de nieve.

Finalmente sus ojos se fijaron en el muñeco de nieve.

«Solo a esa cosa se le podía ocurrir colocar un mono de nieve como decoración junto a su cama» pensó Amethys. «¿Y hablando de él? ¿Dónde se había metido el demonio de ojos azules que la aprisionaba? » «¿Qué más da? ¿A quién le importa?» pensó y comenzó a llorar, su sufrimiento apenas empezaba. Lo único que la consolaba, era saber que su amado Narcissus se había salvado de tan frío final.

—¿La señorita no se piensa levantar? Ya es tarde. Casi a anochecido, a dormido todo el día — la voz de tenor que provenía del lado derecho de su cama la sobresaltó.

No había nadie más allí,solo estaban ella y aquel espantoso y regordete hombre de nieve.

—¿Le apetece algo de comer? — preguntó  entonces la enorme bola blanca para el asombro de Amethys.

—¡Wow,wow! ¡Tienes vi-vida! ¡Tienes vida! — balbuceó mientras asustada, intentaba alejarse del muñeco de nieve y se cayó de la cama echa una maraña con el fino manto escarchado que la cubría como si fuera una delicada sábana.

—Por supuesto que tengo vida — dijo el mono de nieve como si aquello fuera lo más natural del mundo,mientras se deslizaba al otro lado de la cama, sin comprender muy bien,porqué la muchacha brincaba de nuevo a la cama para alejarse de él —.   Yo soy el señor white mayordomo del palacio, y estoy a sus órdenes — anunció haciendo una reverencia.

Amethys lo miró con desconfianza.

Era una sola masa blanca, no como los monos que ella y su hermana solían  hacer de niñas,que tenían dos o hasta tres bolas de nieve una encima de la otra.

Lo que dividía la cabeza del cuerpo de está criatura, era el cuello rígido de una camisa, que terminaba en un pequeño moño negro de smoking. Y tres pequeños botones,también negros le adornaban el pecho. Tenía también un monóculo como ojo derecho y otro botón como ojo izquierdo, y usaba un sombrero de copa sobre la cabeza. Y aunque sus brazos eran dos ramas,le funcionaban para recoger las cosas. En aquel momento se encontraba haciendo la cama.

—La señora white no tardará en traerle la cena.

—¡¿Hay más de como tú?! — pensó en voz alta, Amethys asustada.

—¡Oh,señor white! Dejé de asustar a la pobre muchacha — la versión femenina de otro mono de nieve entró en aquel momento —. Ya ha tenido suficiente por hoy.

( Sí,sí había más)

La señora white vestía como ama de llaves, usaba un gorro de cocinera y un mandil rosa pálido y olanudo.

Traía consigo una bandeja con la merienda. Había té, pan recién hecho y estofado caliente,al mirarlo Amethys sintió que se le despertaba el hambre en el estómago.

—Vamos niña,tienes que comer algo,estas muy flaca — le dijo el señor white.

—¡Oh,señor white! Dejé a la chica en paz! — lo reprendió  nuevamente la señora white —. Venga querida,debe comer algo. No tema,no le haremos daño.

El hambre pudo más que su miedo, Amethys probó el pan y el estofado,estaban deliciosos, tanto que ni siquiera supo cuándo terminó de comerse todo.

—¡Muchas gracias!- dijo Amethys en verdad agradecida —, todo estaba delicioso. ¿Cómo han hecho para cocinarlo? — le ganó la curiosidad.

—¿Cocinar? ¿Nosotros? ¡Oh,querida! Que cosas dices —  le sonrió la señora white.

—¡Que tonterías dice! — la interrumpió el señor white — Estamos hechos de hielo, nos derretiríamos si nos acercáramos al fuego.

—Señor white, sería tan amable de regresar esto a la cocina — pidió la señora white gentilmente mientras le entregaba el carrito con el servicio al mayordomo.

A regañadientes el mono de nieve se marchó de la habitación.

—¿Desea la señorita vestirse? — preguntó la señora white.

¿Vestirse? ¿Con qué? Había dejado toda su ropa atrás,sólo había tenido tiempo de ponerse unas botas y la vieja capa azul de su padre.

—Yo... No he traído nada que ponerme — se sonrojó al decirlo.

—¡Oh,querida,no se preocupé por eso,aquí hay muchos vestidos que pueden quedarle.

La señora white abrió las puertas de un armario que estaba incrustado en la pared, era otra pequeña habitación, había ahí de todo, vestidos,zapatos, en todos los colores del arco iris,igual que capas y abrigos, botas, gorros y guantes,hasta joyas que parecían muy valiosas. Diamantes,rubíes, zafiros y esmeraldas engarzadas en oro y plata.

—Esta puerta de aquí llevá al cuarto de aseo — dijo la señora white —;lo que sea que signifique eso.

Amethys sonrió por primera vez en muchos días.

—¿Le gustaría que la ayudará a asearse?—  preguntó la regordeta ama de llaves.

—No es necesario, muchas gracias.

—Muy bien querida. Dese prisa. Nuestro amo desea verla lo antes posible.

Amethys se estremeció y se le borró la sonrisa. Por un momento se había olvidado de dónde estaba, y a quién pertenecía todo aquello que la rodeaba.

—¡Oh,preciosa niña! No temas,no te angusties,el amo no es el monstruo que todos ustedes piensan.

« Y lo dice una mujercita hecha de nieve» pensó Amethys mirando a la bola de hielo que tenía enfrente.

—Vamos,vamos querida. Al amo no le gusta que lo hagan esperar.

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Besitos congelados 💋💋💋💋💋💋

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