Capítulo 14.

134K 17.1K 18K
                                    

Unos pasos apresurados iban detrás de aquella dama de larga cabellera azabache y con puntas rosadas, de vestido blanco, con hermosa silueta y facciones, quien corría riéndose a carcajadas. Aquel que la perseguía tenía una preciosa sonrisa que le provocaba cerrar sus tiernos ojos, cabello castaño oscuro y una vestimenta de tonos pasteles; un joven realmente bello.

En cuanto ese chico logró alcanzar a la mujer, ambos terminaron cayendo al vívido césped, cansados. Ella abrazó con fuerza al pequeño, quedando en silencio y observando el cielo celeste del mediodía.

—Jiminie, no deberíamos tardar tanto —habló ella—. Tu padre nos va a regañar, ¿sí?

Él hizo una expresión difícil de descifrar. Se hallaba reposando su cabeza sobre el pecho ajeno mientras ella le hacía caricias en su mejilla.

—No, mamá... Quiero estar así un rato más. Luego vendrán mis hermanos y ya no voy a poder.

—Cierto —dijo mientras todo el ambiente se empezaba a volver sombrío—. Luego será tarde, Jiminie.

Su tono de voz se volvió tétrico.

—¿Mamá...? —preguntó, sentándose de repente y observando cómo todo cambiaba.

El cielo se volvía rojo, el paisaje se tornaba oscuro y esa mujer que antes tenía un hermoso vestido blanco, ahora se hallaba llena de sangre por todos lados. Él observó sus manos manchadas de carmesí y comenzó a gritar por ayuda, sollozando e intentando que su madre reaccionara.

De repente, él ya no era el protagonista de esa historia, se podía ver y percibir desde un plano ajeno, como en tercera persona. Corrió hacia lo que parecía una pequeña casa de verano y se detuvo al observarse a sí mismo en su versión más joven, saliendo de aquel lugar con una expresión cargada de desesperación, corriendo hacia su madre.

Estaba presenciando su más horrible pesadilla, lo que sucedió aquel día. Veía a su "yo" de unos catorce años, llorando de una forma desgarradora sobre el cuerpo sin vida de su madre, quien había sido brutalmente asesinada por ese joven de cabello azabache que se alejaba cada vez más.

—¡¿Quién eres?! ¡¿Por qué lo hiciste?! —gritó el Jimin de catorce años—. ¡Responde, maldita sea! ¡¿Qué hizo mi madre para que la...?!

Un disparo al aire calló sus palabras y resonó en sus oídos. Esa persona de cabello azabache, con un cubrebocas de color negro tanto como el resto de su vestimenta, se dio la vuelta para observar de reojo al joven Park Jimin, a quien acababa de destruirle la vida. Los ojos negros y fríos de aquel sujeto hicieron estremecer de miedo al pequeño, quien solo pudo verlo retirarse sin decir palabra alguna, y alcanzar a ver un llavero de un trébol dorado de cuatro hojas colgando de una de las cadenas que mantenía en los pasa cintos de su pantalón.

—Tú me dejaste morir, Jimin —la voz de su madre se hizo presente.

—No... —sollozó, llevando sus manos a sus orejas—. ¡Yo no lo hice!

—¡Tú me asesinaste!

«Jimin...»

—¡No, no, no! ¡Yo no lo hice!

«Oye.»

—¡Mamá quería vivir! ¡Tú me mataste! ¡Esto es tu culpa!

—¡Yo no!

—¡Jimin!

Una voz tan vívida como la realidad lo despertó de esa horrible pesadilla. Sin embargo, antes de siquiera comenzar a sentir alivio, lo primero que observó fue un corte debajo del ojo derecho ajeno, del cual empezaba a brotar sangre, señal de que le había rozado con la navaja que guardó bajo su almohada minutos antes de dormir. Unos orbes negros lo perforaban con la mirada, pero demostraban temor, y Jimin por fin percibió las manos frías que lo tomaban por los hombros, notando que ambos estaban en un sillón; él recostado y Suga... encima suyo.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora