Capitulo XXXIV

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"Cuando las mato sé que me pertenecen, es la única manera de poseerlas. Las amo y las deseo."

—Edmund Kemper.

Capitulo XXXIV

Una pesadilla...

Tiene que ser una pesadilla.

Rogué en mi mente, mientras volvía a la consciencia, abrí mis ojos lentamente, esperando ver el techo de mi habitación en el psiquiátrico. Sin embargo, lo primero que vi fue un ventilador de techo que nunca había visto en mi vida. Mi pecho se apretó ante la cruel realidad, mi estomago revolviéndose.

No es una pesadilla.

No entres en pánico, no lograras nada así.

Dana...

Lagrimas se formaron en mis ojos, y cayeron a los lados de mi cara. Ay Dana... ella no se merecía morir así, ella no había hecho nada malo, no podía dejar de pensar que su muerte era mi culpa. Si ella no se hubiera involucrado conmigo... Si yo no hubiera sido tan estúpida como para dejarme engañar de Mason, ella estaría viva.

Calmándome, giré mi cabeza a ambos lados para darle un vistazo a mis alrededores, estaba acostada sobre mi espalda en una cama amplia de sabanas blancas, era una habitación inmensa, tenia dos ventanas que tocaban el suelo y llegaban al techo, cortinas blancas a ambos lados. Me senté para revisarme, aún tenia puesto mi uniforme del psiquiátrico. No estaba atada, lo cual me pareció extraño pero bueno, tenia que pensar con cuidado un plan de escape. Me quité las sabanas, lanzándolas a un lado y mi esperanzas de escape se esfumaron.

Una cadena estaba conectada a un aro de metal alrededor de mi pie derecho. Jalé contra la misma a ver hasta donde llegaba, estaba conectada a un gancho de metal en la pared opuesta. Me tenia encadenada como un animal, con el corazón en la boca, seguí evaluando todo. Habían dos puertas a mi derecha y una a la izquierda, ¿Baño? ¿Closet? ¿Salida?

¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar?

Me levanté con cuidado, la cadena haciendo ruido contra el piso de madera, me doy cuenta que la cadena se extiende lo suficiente como para llegar a las puertas pero no a la ventana, revisé ambas puertas a mi derecha pero solo encontré el baño y el closet. Necesitaba algo con que defenderme, estaba segura de que Mason aparecería en cualquier momento.

Después de revisar todo el closet y no encontrar nada, entré al baño, y busqué cualquier tipo de objeto que pudiera usar pero estaba vacío solo tenia toallas y jabón.

—¿Buscando un arma, bonita?

Su fría voz me hizo saltar y girarme hacia la puerta del baño, ahí estaba parado Mason, con sus brazos cruzados sobre su pecho casualmente, sus coloridos ojos llenos de diversión, como si el no hubiera destruido mi vida y no hubiera asesinado a sangre fría a Dana hace unas horas.

—No pierdas tu tiempo.— una sonrisa torcida se forma en sus labios, un huequito apareciendo en una mejilla solamente, —No encontrarás ninguna.

¿Cómo podía estar tan tranquilo? ¿Cómo podía sonreír de esa forma?

Él no siente nada...

Recordé, Mason estaba loco, era un psicopata, un buscado asesino en serie. Él había hecho cosas horribles sin sentir absolutamente nada. Luchar contra él o hacerlo enojar no era lo más prudente en estos momentos considerando mi situación. Tenia que ser inteligente si quería tener la más ligera posibilidad de sobrevivir.

A pesar de que todo en mí me gritaba para que lo golpeara y le gritara un montón de palabras de odio, tragué grueso y traté de sonar calmada, —No buscaba un arma.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora