[CAPÍTULO 3 - ROJO]

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—No planeo contarte nada, ni el más mínimo detalle, sobre mi vida —Fue lo primero que aclaró la chica de ojos verdes cuando estuvieron lo suficientemente alejadas del grupo.

—Está bien —Aceptó la chica feliz.

Sabía que respetar las decisiones de los demás era positivo.

Lauren, sin embargo, no lo veía así. Al escuchar su simple respuesta su rostro se deformó en una mueca de completo enojo.

—Pudiste mostrar un poco de falso interés, Camila.

—Dijiste que no querías hablar.

—No quiero, pero...

—Estoy interesada en conocerte, Lauren, pero no quiero obligarte a contarme todos tus secretos. No puedo ayudarte así.

Lauren gruñó y se cruzó de brazos. Camila se rio de ella, pues la creyó adorable.

—¿Cómo sabes que necesito ayuda? —Cuestionó— Cada quien vive su vida como quiere, y yo elegí vivirla sintiéndome de la mierda. Aun así, eso no significa que yo necesito ayuda.

Camila le regaló una sonrisa. No esperaba que ella se la devolviera, así que no se decepcionó cuando la expresión de su compañera fue de completo asco.

—Todos necesitamos un poco de ayuda, Lauren.

—¿Todos? —Preguntó— ¿Incluso tú?

La chica feliz se encogió en hombros.

—Tal vez —Pero no estaba segura de su respuesta. ¿Por qué necesitaría ayuda una chica completamente feliz?— Si Ally me obligó a asistir a estas reuniones debe de existir una razón. Confío en ella.

Lo hacía. A su mejor amiga le habría confiado la vida.

—¿Quieres hablar tú? —Le preguntó la chica de ojos verdes con seriedad. La estaba mirando fijamente, como intentando inyectar tristeza en su alma, pero Camila solo se podía sentir cada minuto más alegre por tan íntimo acto.

—No lo creo. No tengo nada para hablar.

Luego de eso las acompañó el silencio. Cada una de ellas lo percibió de diferente manera, cosa que remarcaba sus diferencias.

Para Camila era un silencio pacifico. Se permitió admirar el ambiente del parque, escuchar el cantar de los pájaros, disfrutar de la compañía de una chica triste que caminaba perezosamente a su lado.

Lauren, por otra parte, solo pudo cuestionarse por qué la vida la había reunido con una chica que en esos momentos temía arruinar.

—Podemos conversar si quieres. Sobre cualquier cosa —Ideó Camila, quien solo buscaba una diminuta sonrisa en ella—. A Ally le gustaría saber que somos capaces de socializar.

Lauren se encogió en hombros y le tomó la mano mientras la invitaba a sentarse sobre el césped. Casi parecía desear sonreír, pensó Camila. Casi parecía haber olvidado como hacerlo.

—Vi que te gusta leer —Comenzó Camila, quien solo quería saber un poco más de ella—. En la biblioteca tomaste un libro de Mr. Sad y...

—¿Has leído a Mr. Sad?

—Si. Todo el mundo lo ha hecho.

—¿Y te gustó?

—No fue mi lectura favorita, pero me alegra saber que Mr. Sad es capaz de liberar sus tristezas de una forma tan artística —Comentó con suavidad.

Lauren se mostró molesta ante su comentario. Aquel libro debía hacerla llorar, no reír. Camila estaba mal si creía que sentirse de aquella forma durante una lectura tan deprimente era correcto.

—¿No sabes hacer otra cosa además de sentirte feliz?

—No. Quiero creer que siempre existe un lado positivo.

—¿Y cómo encuentras el lado positivo de un atentado terrorista, de un asesinato, de un país en guerra?

—De la misma forma en la que tu encuentras el lado negativo de un esperado nacimiento, un hombre libre de cáncer y una chica recibiendo la mejor noticia de su vida.

Tal vez todo era cuestión de perspectiva.

—¿Conoces a Madame H?

—¿La que escribe esos libros asquerosos de finales felices?

La chica dejó salir una carcajada.

—Creo que hablamos de la misma escritora.

—Sus obras son un asco —Opinó Lauren.

—A mí me parecen maravillosas.

—Entonces deberías hacerte revisar la cabeza si piensas eso.

Camila negó mientras suspiraba y colocaba de forma divertida la lengua entre sus dientes.

—¿Sabes cuál es nuestra principal diferencia, Lauren?

—¿Nuestros estados de ánimo? —Intentó adivinar.

—No. No es eso —Negó de inmediato— Yo quiero hacerte feliz, pero no cuestiono tu vida triste. Sé que las palabras duelen. Sé que no puedo obligarte a cambiar, y sé que si esos libros te gustan debe de existir una razón.

—Una gran razón —Confirmó.

—Como sea, tú quieres enseñarme la tristeza, pero no pareces entender que no puedes ofender mis gustos solo para que yo comience a apreciar los tuyos.

Lauren se quedó callada. Sus palabras escondían verdades que no quería escuchar.

—Yo intento entenderte, Lauren, pero tú no a mí.


¡Finalmente un nuevo capítulo! Créanme, ahora mismo estoy tan emocionada como ustedes.

—Lore—

Nota: Mi madre loca, un corazón que duele, mi hijo con un terrible resfriado... Me gustaría resumir mi semana de una mejor forma, pero estoy segura de que los próximos días serán mejores.

¿Qué tal ustedes?


Tengan una buena vida.

||Antes del Arcoíris - CAMREN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora