Capítulo 25.

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Golpes. Así es, golpes. Se podría decir que la vida de Min Yoongi fue transitada, en su mayoría, a base de golpes. No solo físicos, sino también emocionales.

Años atrás, su padre, Min Jae Bum, cayó en la desesperación y la locura luego de que su esposa fuera víctima de un grave cáncer de útero, el cual le trajo la inevitable muerte. A sus catorce años, Yoongi vivió el peor momento de su vida, quedándose sin la persona que más apoyo le dio para seguir sonriendo. Sufrió, lloró y deseó desaparecer..., pero esto último no fue porque no pudiera hallar la manera de seguir adelante, sino por no haber podido evitar que su padre se transformara en alguien completamente diferente a lo que alguna vez fue. Yoongi tuvo que aprender a cuidarse solo, pues entendió que nadie lo iba a hacer por él.

Estaba cansado..., necesitaba escapar de la realidad de alguna manera y pareció cosa del destino que esa persona apareciera en su vida. Aquel que le enseñó que se podía refugiar en las hermosas melodías de su piano marrón.

A sus quince años, Yoongi sabía lo que quería hacer de su vida. No era nada referente al negocio familiar y, a pesar de que su padre y abuelo insistían, él estaba seguro de que la música era su destino. Odiaba todo lo referente a armas, drogas y negocios sucios, solo deseaba vivir del rap y poder llegar a los corazones de las personas a través de sus letras.

Esa canción suena increíble, Suga.

—¿Tú crees...? —dudó—. Pienso que le hace falta una voz para cantar varias partes y tú cantas hermoso, ¿qué dices? —sonrió—. ¿Quieres intentar?

¿Crees que... pueda hacerlo? —se apenó.

Claro que sí, eres perfecto para esto, Subin —revolvió los cabellos ajenos.

Ya para ese entonces, Yoongi tenía un apodo impuesto por su más grande amigo en el mundo, de solo un año más que él, pero que a su vez se veía como un niño de trece años. Su sonrisa siempre alegraba los días de Yoongi, quien había encontrado a alguien por quién seguir adelante luego de que su padre lo abandonara emocionalmente. Él no tenía ningún apoyo, pero Subin estaba siempre allí, brindándole los ánimos que necesitaba. Casi era independiente, parecía que vivía solo en su casa, pues su padre y su abuelo no regresaban en todo el día, incluso en semanas, debido a los negocios. Yoongi no deseaba saber nada al respecto a pesar de que sus familiares le insistían en que dejase la música para enfocarse en la organización.

Solo te tengo a ti... prométeme que nunca te irás.

Suga —le observó con curiosidad—. Jamás pienses eso, ¿bien?

Pero siempre la calma está antes de la tormenta..., y se podría asegurar que aquella tormenta llegaba para quedarse.

Fue a finales de año, cuando el invierno golpeaba de la manera más dura. Esa persona comenzó a ausentarse, cada vez con más frecuencia. Yoongi, al principio, creyó que se debía a su atareada vida, pues su amigo trabajaba con su familia en su taller y con ello se ganaba un poco de dinero para poder salir a fiestas o comprarse todo lo que quisiera. Sin embargo, siempre tenían un lugar a donde ir cada que se sintieran mal, era un escondite secreto solo para ellos. Una mansión abandonada a las afueras de la ciudad, no tan lejos si ibas a pie. El mejor amigo de Yoongi dejó de ir, incluso a pesar de haber recibido mensajes de su parte. Siempre le respondía: "hoy no puedo, Suga. Tal vez otro día, lo siento". Algo estaba mal, muy mal. Subin no era así, mucho menos con él.

Y Yoongi lo recordaría a la perfección... Un sábado a la noche, con el clima más frío de la temporada, su teléfono fue el receptor de más de treinta llamadas perdidas que fueron hechas entre las nueve y diez. Fue su más grande error y lo que provocaría que su vida diese un cambio drástico.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora