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Juntos avanzábamos por los caminillos de piedra que se extendían a lo largo del inmenso jardín trasero. Había sido una agradable cena, y ahora simplemente la cerrábamos con una pequeña caminata acompañada de una agradable conversación. Debía de admitir que la cita había sido completamente diferente a lo que podría haberme esperado, y había terminado disfrutándola mucho más de lo que pensaba. Harry me había sorprendido, y por primera vez, de una muy buena forma.

Aún no podía creerme las graciosas historias que me contaba, todas protagonizadas por él y su hermana Margareth, a quien aparentemente parecía adorar como a nadie en este mundo. Era lindo ver que el demente que me mantenía encerrada tenía un lado "dulce" oculto tras esa máscara de hombre de un millón de dólares.

-Navah... -me dijo de repente- Quiero preguntarte algo, y tienes todo el permiso para no responderme si crees que me estoy entrometiendo demasiado.

Y ahí estaba nuevamente conmigo el dominante Harry... ¿Permiso? No necesitaba su permiso, yo respondería lo que quisiera. Y, en cualquier caso, él ya se había entrometido demasiado en mi vida como para venir a refrenarse de la nada.

-Adelante, pregúntame -acepté finalmente, indispuesta a discutir.

-¿Cómo fue que terminaste bailando en ese lugar? -preguntó-. Quiero decir... Cómo, por qué.

Reflexioné bien mis palabras antes de entregarle mi respuesta.

-Siempre me gustó bailar, Harry, solo que tiempo atrás no lo hacía por dinero, sino que por diversión. Tenía una gran debilidad por el ballet -respondí, sonando un tanto más melancólica de lo que esperaba-. A los dieciocho me fui de Manchester y me vine a Londres en busca de oportunidades -agregué evitando entrar en detalles. Harry no tenía porqué saber todo lo que ocultaba tras de mí-. Las cosas no funcionaron, pronto tuve que empezar a buscar trabajos alternativos, hasta que un tipo me ofreció bailar en su local... Fin de la historia.

Simple, breve y conciso. No más de lo que debía saber, no menos de lo que había preguntado.

Harry, quien me escuchaba con toda la atención del mundo, no emitió comentarios, sencillamente me dedicó una sonrisa de medio lado que no supe cómo interpretar. Acto seguido, sumergió una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, sacando de este una cajetilla de cigarrillos. Fruncí el ceño esperando a que me ofreciera uno, mas jamás llegó el ofrecimiento, tan solo se preocupó de buscar uno para él.

-Te hace mal -advirtió, encendiéndolo y observándome por el rabillo del ojo, para luego zafarse de la situación diciendo-: No ha sido una noche tan terrible. ¿Verdad?

-Aún no ha terminado, Styles -le corregí.

-Lo sé. Tan solo me refiero... Ya sabes, hasta este momento -se explicó, botando el humo por la boca haciendo pequeños circulitos. Mierda, se veía endemoniadamente sexy.

Antes de responder, me di un instante para despejar la nubosidad y ceguera que me había creado el ambiente. La cita romántica, combinada con la nueva y encantadora personalidad de Styles, se estaba encargando de opacarme demasiado el verdadero paisaje de la situación. Necesitaba recordar no solamente los pros de la situación, sino que también los contra. Necesitaba recordar que ese hombre que tenía enfrente me había comprado y que apostaba a que terminaríamos acostándonos juntos, o como habían sido sus palabras durante mi primera noche en ese lugar, que me tendría suplicándole a gritos que me follara.

-No, no ha sido tan terrible -concluí, incómoda intentando ignorar esos detalles que habían regresado a mi memoria-, pero Harry, eso no significa que me olvidara de todo. Realmente me gustaría poder salir de...

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora