El banquete de despedida

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Invierno

Capítulo diecisiete

El banquete de despedida

Cuando el agua de la fuente térmica por fin sanó las heridas. Zaphiro trasladó a Luna a una alcoba en su castillo.

—Quedate con ella. Iré a avisar a mí hermano que todo ya está bien — le dijo Zaphiro después de cambiarse la ropa mojada y estar de nuevo presentable.

—No respondiste mis preguntas — le dijo Amethys antes de que se fuera.

—¿En verdad te interesa la respuesta?

Ella asintió con la cabeza.

Zaphiro se sentó en la cama y sin dejar de mirar a Luna, perdiéndose en algún recuerdo y finalmente le dijo:

"Hace mucho tiempo, cuando aún eramos jóvenes y bellos... — bromeó.

Diamante y yo fuimos testigos de otra atrocidad humana.

Dos sujetos despreciables habían mancillado a una pobre muchacha.

En aquel entonces, Luna era la joven más bella del pueblo. La hija única de un viejo comerciante, que se ausentaba por largas temporadas del pueblo,dejando a su hija sola.

Al ser Luna tan bella y joven, se les antojo a los dos hombres. Quienes esperaron pacientemente a que el comerciante partiera en otro de sus viajes.

La segunda noche que la joven pasaba sola en casa,los dos malhechores entraron y la tomaron a la fuerza.

Después de ser violada,Luna logró escapar, corrió por las calles del pueblo pidiendo ayuda, pero todos dormían y nadie acudió a ayudar.

Los dos hombres le dieron alcance,y ya que ambos tenían mucho que perder si alguien se enteraba de lo que habían hecho... Buscaron como solucionar el enredo. Una solución vil y aterradora.

Llevaron a Luna hasta el bosque,donde nadie pudiera escucharla. La golpearon hasta casi matarla.

Ellos pensaron que estaba muerta y la abandonaron a su suerte en el bosque; pensando que los lobos se darían un festín con su cuerpo y los salvaría a ellos de cualquier culpa.

Con lo que no contaban, era con la fuerza de voluntad de aquella niña.
Cuando recobró la conciencia se arrastró hasta el lago,estaba muy malherida cuando mí hermano y yo la encontramos.

Por favor...Por favor... — suplicaba.

¿Sabes quién soy?

Sí... — su afirmación fue más bien como un quejido largo y siseante.

Hagamos un trato. Salvare tú vida...

¡No...! — lo interrumpió desesperada — Deseo... Venganza...

Diamante y yo nos miramos, no le importaba morir si a cambio les hacia pagar a esos hombres todo el daño que le causaron.

De acuerdo. Voy a vengarte — aceptó mi hermano al ver que la joven estaba agonizando.

Un copo de nieve apareció en su pecho.

Yo tengo una idea mejor — intervine —.Algo tan hermoso, no puedes solo convertirlo en una fría estatua de hielo.

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