Capítulo 30.

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Avanzaba con furia por los pasillos del primer piso, llevándose por delante a varias personas, sin importarle si estos se quejaban o no. Los demás tampoco se atreverían a enfrentar a uno de los aliados más importantes de R.M. Y sí, era Suga, quien estuvo esperando por Jimin durante bastante tiempo luego de dejarlo hablando por teléfono, lo cual había llamado claramente su atención, pero, por respeto a él, prefirió no preguntar. Hizo mal, muy mal; porque ahora estaba frustrado. Sobre todo, le enojaba pensar en que tal vez él no quería tener intimidad y que no se atrevía a decirle por miedo.

Sin embargo, todo pensamiento se esfumó en cuanto vio a Jin avanzando por el pasillo y todos corriendo hacia sus habitaciones por miedo a que les hiciera algo. Nadie sabía que solo debían temerle a Jin cuando este tuviera los ojos rojos, pues fuera del efecto de la droga era una persona común y corriente, hasta cuidadoso y dulce. R.M. lo acompañaba, pero eso no fue lo que más llamó la atención de Suga, sino la cabellera rosa pastel que reposaba en su hombro derecho. Se llenó de preocupación al ver a Jimin siendo llevado a cuestas por el jefe, quien tenía una expresión de molestia mientras que su compañero parecía regañarle.

—¡Te dije que se estaba sintiendo mal y tú seguías insistiendo con las preguntas!

— ¡Y yo cómo iba a saber que se desmayaría! ¡Resistió a la inyección! No es mi culpa, a mí me interesa saber qué mierda sucedió.

—A mí también —habló ahora Suga, quien se aproximó hacia ellos.

—Oh... —se sorprendió Jin, y luego de unos segundos respondió—: Jimin estuvo curioseando por el ala este.

—¡¿Qué?! —se exaltó, aproximándose a Jimin al ver la sangre en su ropa.

—Está bien —lo tranquilizó—. Ya lo curamos.

—¿A qué te refieres con que lo curaron? —preguntó con el ceño fruncido—. Si no tiene ninguna herida, solo sangre.

Seokjin hizo una cara de póker al darse cuenta de que había metido la pata y observó de reojo a R.M., quien soltó un suspiro a la vez que hacía un ademán para que Suga lo siguiera.

El joven de cabello platinado observaba cómo el brazo de Jimin se balanceaba al ritmo de los pasos del líder; vio que la mejilla que mantenía apoyada sobre el hombro de este se aplastaba y provocaba que sus labios se abultaran, lo que le daba un aspecto tierno. Pero no podía despejar la ansiedad generada por tantas preguntas internas.

—Bien, ¿vas a entrar o te quedarás ahí parado? —preguntó R.M.

—Oh, cierto —se despejó de sus pensamientos y se dio cuenta de algo—. Jungkook está durmiendo en ese cuarto, es mejor que no lo molestemos. Jimin dijo que...

—Aquí no hay nadie —habló Jin, quien asomó la cabeza por la puerta—. Podemos entrar.

Suga frunció el ceño por la confusión, supuestamente Jungkook se había desmayado y ahora tendría que estar descansando en ese lugar, pero al parecer no era así...

Se dispuso a ingresar a su cuarto y notó que la cama de su pulguita se hallaba algo desarreglada, así que su pensamiento era acertado. Vio cómo Jin tomaba al joven de cabello rosa pastel con delicadeza y lo quitaba del regazo de R.M., quien soltó un suspiro de alivio, como si este fuera lo más pesado del mundo. Vio a Jimin ser recostado en su cama y cubierto con las sábanas. Parecía estar completamente sano, nada grave.

—Explícame qué mierda le pasó a Jimin —lo enfrentó.

—Es algo confidencial. De todas formas, fue al ala este y debe ser castigado.

—No te atrevas a siquiera pensarlo, ¿oíste? —se aproximó a él.

—¿Me estás amenazando? —soltó una carcajada—. ¿Olvidaste que soy tu superior? Puedo hacer lo que se me dé la gana.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora