Capitulo 11: Corazones rotos.

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Geraldine estaba bastante bien entrenada para escaparse de sus guardaespaldas,  pero hacía ya algún tiempo que no utilizaba su habilidad, y se creyó oxidada cuando le tomó una hora más de lo normal escabullirse de ellos sin alertarlos. Aunque también podía atribuirle aquello al tener el doble de carga de la cual librarse que la de costumbre.

Lo notarían, claro, pero para cuando eso ocurriese, ella estaría bastante lejos del palacio.

Como lo estaba ahora.

Frente a la casa de Duncan.

Solo había estado allí una vez, y había sido para dejar a Nina con su cuñada después de ir de compras.

Sabía que estaba mal, pero ¿Qué más podía hacer? Lo más seguro era que su padre ya hubiese intervenido su teléfono para no dejar que lo llamara, y tenía que hablar con él.

Además, tenía que hacerle entender a Duncan que no podía cubrir las mentiras de Brooke. Era obvio que la mujer solo quería separarlos, y había hablado con Alioth, delatándolos, para poder así, llevarse lejos a Duncan y tenerlo solo para ella.

Se bajó del coche y caminó sin miedo hacia la puerta. ¿Qué sentido tenía seguir escondiéndose? Tocó timbre y esperó.

Y debía de haberlo esperado. ¿Por qué creía que sería Duncan quien la atendería directamente?

Brooke abrió la puerta, y por un segundo, se congeló al verla. Pero pasó a soltar un suspiro cuando Geraldine continuó observándola con los brazos cruzados y las cejas alzadas.

-Estoy buscando a Duncan.- Dijo impasible.

-Por supuesto que lo estás.- Replicó la otra mujer. –Wow, Geraldine. Pensé que éramos amigas  ¿Sabes? Y luego, me di cuenta que estaba equivocada. Pero no dejé de pensar que eras un poco más inteligente que esto. Obviamente me equivoqué ¿Por qué estás aquí?- Brooke lucía cansada y unas oscuras ojeras adornaban la parte inferior de sus ojos. Dina pensó que era una buena actriz.

-Ya te lo he dicho, Brooke. ¿Está él aquí?-

-Sí, está aquí. Armando sus maletas para marcharse. – Espetó. –Espero que estén felices, están son las consecuencias de lo que hicieron. –

Unas pisadas las interrumpieron antes de que pudiesen decirse algo más y la imponente figura de Duncan se interpuso entre ellas.

-¿Qué rayos estás haciendo aquí, Geraldine?- Bramó. –Supuse que tú hermana y tú habían tenido suficiente diversión con mis problemas –

-No, Duncan. ¿De qué estás hablando? Vine a hablar contigo. Me escapé del palacio, para verte.-

Brooke ya había desaparecido. Al fin y al cabo, no tenía ningún interés por oír lo que tenían para decirse. Sabía todo lo que había necesitado.

Cerrando la puerta detrás de él, se colocó fuera de la casa. Aunque todavía no podía decidir qué era lo más seguro para que su cabeza no rodase por el piso, si hacerla entrar, o mantenerla allí afuera. Pero por respeto a Brooke, lo último era lo más recomendable.

-No puedes irte.- Fue lo primero que Geraldine dijo. –No puedes dejar que ella haga lo que quiera.-

Bésame o Dispara. #Descontrol en la Realeza 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora