Capítulo 26 | Maldito

3.6K 277 31
                                    

Lo único que tengo en mente cuando abordo el avión son sus ojos. La última vez que me vieron estaban llenos de lágrimas. Había dolor y enojo en ellos. Me aterrorizaba pensar en que tal vez aquella fuera la última vez que se posaran en mí.

Cuando llego al hospital, tengo que lidiar con el shock inicial de la enfermera cuando me reconoce. Segundos después, me indica que Megan ya ha salido de la operación y se encuentra en una habitación cuyo número escucho a medias antes de salir corriendo para buscarlo.

Sus padres están afuera y mi noona les extiende una taza de café a cada uno. Mi corazón late muy rápido y contengo la respiración cuando me acerco a ellos. Cuando notan mi presencia, ambos se levantan y se acercan a mí. La mamá de Megan me abraza y su padre me da un apretón en el hombro. Todo alrededor de mí se siente irreal, las voces de los que me rodean se escuchan lejanas y no puedo lograr descifrar nada de lo que me dicen. Dami me indica con un gesto que puedo pasar a verla y yo trato que toda la desesperación que tengo dentro se mantenga a raya.

Cuando entro a la sala y la veo, desearía haberme quedado afuera.

A primera vista, pareciera como si estuviera dormida. Respira lenta y constantemente, sus ojos están delicadamente cerrados y sus labios se ven tan bonitos como siempre, sin embargo, esas cicatrices y moretones en su rostro aunados a una notable perdida de peso me quiebran por completo.

Las lágrimas salen de mis ojos y no sé cómo detenerlas.

No me atrevo a acercarme a ella, así que sólo la observo desde la puerta. Limpio mis lágrimas con el dorso de mi mano derecha mientras que con la otra peino mi cabello hacia atrás. Necesito hacer algo con mis manos para reprimir el impulso de correr a su lado. Cuando no puedo soportarlo más, salgo de la habitación sin dudarlo.

—Es bueno que haya salido pronto, Sr. Kwon —dice una voz masculina que no reconozco. Cuando volteo, veo la identificación de un detective—. Necesito hacerle unas preguntas sobre lo que le pasó a la señorita Blackburn.

Lo sigo a un lugar más privado y me explica lo ocurrido. Una fan de G-Dragon la había seguido durante meses, se había metido a su departamento y había disparado contra ella tres veces.

La sangre sube a mi cabeza demasiado rápido.

Le doy una patada a la máquina expendedora que se encuentra a mi lado; tomo uno de los botes de basura y lo azoto contra el piso; grito en señal de desesperación. De nuevo, paso las manos por mi cabello y sostengo mi cabeza para que no comience a dar vueltas. Me pongo de cuclillas cuando comienzo a ver de color rojo.

Estoy furioso.

¿De verdad estoy tan maldito?

Megan está en esa estúpida camilla por mi culpa. Se suponía que yo debía protegerla de mi mundo y le fallé porque la abandoné en el momento en el que tal vez ella me necesitaba más que nunca.

Maldito idiota.

Cuando logro calmarme un poco, el detective comienza a hacer preguntas y yo las contesto con monosílabos, el nudo en mi garganta impidiéndome formar oraciones elaboradas.

—¿Entonces está seguro que no la reconoce? —me pregunta por milésima vez mientras me enseña la foto de la chica.

Yo ya no quiero mirarla. Niego con la cabeza y el detective suspira, rindiéndose, antes de darme las gracias y retirarse con una reverencia. Tampoco quiero regresar fuera de la habitación de Megan. No quiero encarar a sus padres.

No me olvides | G-DragonOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz