Su número de celular

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—Además, el premio principal es esa cámara profesional nueva que tanto quiero —explicó Curi a la mañana, mientras desayunábamos.

Estaba muy emocionado respecto a una exhibición de fotografía en la que participaría el sábado siguiente.

La noche anterior, luego de que Benjamín me dejó en el departamento de mi amigo, nos quedamos hasta la madrugada eligiendo las mejores fotos para inscribir en el concurso. Seleccionamos un total de veinte imágenes y Curi las llevaría a impresión después de dejarme en mi casa.

Una vez que estuvimos ahí, Trisha separó las diez necesarias para participar y Curi se despidió, con una sonrisa en el rostro.

—Está tan nervioso que casi no durmió —le comenté a Trisha. —Lo escuché deambulando por la cocina durante toda la noche.

—No sé por qué se pone así, sus fotos son geniales —se quejó ella.

—Sí, pero Penny también va a participar. Le preocupa que ella pueda ganar.

Penélope era su antigua compañera de fotografía. Curi siempre decía que era mucho mejor que él, de alguna manera la admiraba.

—Oh sí —exclamó Trisha con ironía. —Por un momento olvidé que "Penny" es perfecta.

Se dirigió a la piecita mientras yo reía. En realidad, Penny era bastante esnob para nuestro gusto, pero dentro de todo, a mí no me caía mal.

—Ah, por cierto —asomó su rostro por la abertura de la puerta antes de irse —deberías darle tu número de teléfono a Ethan de una vez, desde ayer que no para de escribirme preguntado en dónde estás y si estás bien —rodó los ojos. —Pero no te preocupes, no le dije nada sobre tu cita con Benjamín.

—No fue una cita —repliqué, pero no estoy segura de que me haya oído. Definitivamente aún estaba de mal humor conmigo por haber salido con él.

Barnizar los cortes era una de las cosas que más me gustaba hacer en la tienda, siendo que no era demasiado buena para las artes en madera y cada vez que debía lijar algo terminaba llena de astillas. Aplicarles barniz a los objetos era una tarea cómoda y segura para mí.

Ya había terminado de esmaltar casi toda la nueva colección de apliques cuando Ethan ingresó por la entrada principal, era cerca del mediodía.

—Buen día Jackie, ¿ya almorzaste? —preguntó, depositando una bolsa con comida sobre el mostrador.

No llevaba el estilo de ropa que acostumbraba a usar en la oficina, tenía puesto algo más cómodo, aunque sin perder su acostumbrada elegancia.

—Hola Ethan, aún no —contesté algo nerviosa. ¿Acaso me sentía culpable por la noche anterior? Si con Benjamín no pasó nada.

—Todavía sigues molesta conmigo, ¿no? —preguntó al notarme cortante.

—Tuviste la decencia de disculparte con Evelyn —contesté. —Por supuesto que eso no cambia el hecho de que me haya desilusionado de ti, pero si Evelyn te perdonó, yo no tengo nada que reclamarte.

Acabé la capa de barniz del último aplique mientras él estiró una silla y se sentó frente al mostrador.

—Papá también está desilusionado —agregó. —No me lo dijo, pero lo vi en sus ojos.

Me encogí de hombros.

—Supongo que es porque ambos pensamos lo mejor de ti —respondí mientras me ponía de pie. Abrí la puerta del pasillito, y llamé a Trisha en voz alta.

Él se quedó pensativo por un instante.

—Nunca le haría daño a Evelyn, por muy mal que me caiga —abrió la bolsa y terminó de acomodar la comida sobre la mesa. —Además, tienes razón en que tal vez no es tan mala como pienso.

Casa NO en venta (completa✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora