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Reiji se encontraba —como era costumbre en ese horario—, tomando té junto a Yui en su laboratorio

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Reiji se encontraba —como era costumbre en ese horario—, tomando té junto a Yui en su laboratorio. Estaban debatiendo los últimos detalles para su boda que se organizaría en el castillo de KarlHeinz en unos 3 meses. No podían negarlo, estaban muy emocionados: y todo tenía que salir a la perfección.

—Reiji —lo llamó Ayato entrando sin permiso a la habitación, interrumpiendo su conversación—. Te busca el viejo.

La pareja se miró confundida, ¿Qué habría pasado como para que KarlHeinz se presente allí?

El nombrado salió de la habitación extrañado y seguido de la rubia fue hasta la planta baja, encontrándose al cabeza de la familia de la mano de un niño de unos 6 años con una mochila en la espalda. Era pequeño, seguro media 1,20 ; tenía una cabellera lacia negra con un corte en V desmechado que le tapaba la nuca, el flequillo le cubría —por la mirada a gacha—, un poco los ojos, provocando que Yui no pudiera distinguir el color de los mismos.

—¿Por qué está él aquí? —preguntó molesto y serio Reiji, el niño se encogió al escuchar su voz, usando de refugio la espalda del mayor.

—Su madre falleció, y ya era hora que vuelva a la mansión —afirmó con una sonrisa.

Yui observó que su novio hizo una mueca de disgusto, luego volvió su mirada al niño, que notó su presencia y le sonrió emocionado.

—Hola —saludó en un tono un poco alto y patinando la letra “L”.

Observó que tenía unos ojos cafés oscuros y unas largas pestañas curvas que adornaban sus ojos, también que en los pómulos tenía unas pequeñas pecas, con sus redonditos cachetes daba una vista adorable. No era ni delgado ni rellenito, se encontraba en el punto medio, como cualquier niño promedio.

—No grites —le cortó Reiji.

—Hola —respondió sonriente el gesto Yui, haciendo un ademán con las manos.

—Oh, Yui, espero que los preparativos estén yendo bien —comentó Karl—, recuerda que en dos semanas tienes turno con la modista.

—Claro, lo tengo presente —afirmó sonriente.

—Bueno, adiós —se despidió y soltó la mano del niño, antes de irse le dedicó una última mirada—. Nos vemos, August.

—Adio —lo saludó omitiendo la última letra nuevamente en un tono alto.

—Deja de gritar —repitió Reiji.

—¿Quién es él, Reiji-san? —preguntó Yui al ver al niño mirándolos, a ella emocionado y al mayor asustado.

Reiji suspiró, como le molestaba decir esas palabras.

—Es nuestro hermano menor.

—C-Creí que el menor era Subaru-kun —habló sorprendida ante el nuevo dato que no se esperaba ¿Un año de relación y se acababa de enterar?

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