Capítulo XXXVIII

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"Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa."

- Alfred Adler

Capítulo XXXVIII

Nadie se movió, nadie respiró, nadie habló.

Pasaron unos largos segundos de agonía y tensión que se sintieron como años.

Cualquiera esperaría que al ser apuntado con un arma, Mason me soltaría rápidamente, pues, no lo hizo. Su agarre sobre mis muñecas se apretó, pero tuvo la decencia de cubrir mi expuesto trasero con mi ropa de nuevo.

En mi posición no podía ver la cara de Mason bien pero no sonaba asustado para nada, —¿Quieres jugar con nosotros?

Pierce apretó su mandíbula, —¿Quieres una bala atravesando tu cerebro?

Mason se rió un poco, —Que agresivo, oficial.

—No hay tiempo para tus juegos, Mason, suéltala.— Pierce repitió, sin despegar sus ojos de Mason, no lo culpaba por observar cada uno de sus movimientos con cautela, pero por alguna razón quería que me mirara, quería ver la seguridad en esos ojos grises que tanto me gustaban.

Mirame, Pierce.

Mi pecho dolía pero de buena manera, había estado atrapada en un ciclo sin fin de vida cotidiana con el monstruo que asesinó a mi familia y por fin, alguien había venido a salvarme. Por primera vez en semanas, la esperanza llenaba mi adolorido corazón. Lagrimas de alivio nublaron mi visión.

No pude evitar notar lo diferente que lucía Pierce en su uniforme táctico negro, se veía más maduro, más rudo, más apuesto.

Finalmente, Mason me soltó y no dudé en levantarme, alejándome de él tanto como podía. Quería abrazar a Pierce, hundirme en su pecho pero me contuve, él aún estaba apuntando a Mason y no quería ser una distracción.

Pierce me dio una mirada rápida, —Fleur, sal de la casa, espérame afuera.

Vacilé, con el corazón en la garganta, —Pierce...

—Hazlo.

Mason me sonrió abiertamente, la diversión en sus ojos clara y perturbante, —Corre, Fleur, corre.

Con cuidado, me alejé de ellos, al llegar la puerta la encontré abierta, no había señales de forcejeo pero no le presté atención y salí de ahí. No era que no me importara Pierce, pero no había mucho que yo pudiera hacer ahí por él, solo sería un estorbo.

Por favor, Dios, no permitas que le pase nada.

En el momento en el que puse un pie afuera, que la brisa golpeó mi rostro, me congelé al ver a la persona parada al lado de una camioneta negra.

Comencé a caminar hacia él con lentitud, no sabía porque me había vuelto tan precavida, —¿Adam?

Sus ojos oscuros encontraron los míos y el alivio era claro en su rostro, —Oh Fleur.— corrió hacia mí, envolviéndome en sus brazos. Su olor me calmó, enterré mi cara en su pecho.

Cuando nos separamos, él tomó mi rostro con ambas manos y besó mi frente. La confusión me hizo preguntarle, —¿Qué estas haciendo aquí?— él abrió la boca para responder pero me di cuenta de que eso no era lo más importante en estos momentos. La vida de Pierce corría peligro, —Tienes que ayudar a Pierce, esta ahi solo con ese loco.

—Fleur.

Quité sus manos de mi cara y me aferré a su camisa, —Por favor, se que no te llevas bien con él pero tienes que ayudarlo, no dejes que le pase nada.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora