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Giselle.

Sus intensos ojos azules no se apartan de los míos en ningún momento, y me veo en la obligación de fruncir el gesto para disimular la pequeña sonrisa que amenaza con aparecer en mi rostro en cualquier momento.

Estamos sentados a mitad del bosque, en una zona bastante despejada, él con las piernas abiertas y yo entre ellas, de forma en la que estamos cara a cara.

Son un poco más de la una de la tarde y Chase me ha traído a este lugar para poder pasar un rato a solas y hablar mejor. Es una extraña elección de sitio, debo admitirlo, muy apartado y... frío. De hecho, cuando le dije que quería saber más sobre su condición y él me aseguró que tenía el lugar indicado para tener esta conversación, se me ocurrió que de seguro estaba hablando de una heladería o un lugar por el estilo. Sin embargo, me trajo aquí, a mitad del bosque. Cuando le pregunté el por qué de este lugar, la respuesta no me pareció tan desagradable, de hecho, me gusta.

« Me he dado cuenta que en el bosque las personas se retuercen de frío y voy a usar eso a mí favor. Cada vez que sientas frío te veras obligada a buscar calor y yo soy la única fuente de calor cercana por lo que tendrás que estar mucho más cerca de mí» fue la respuesta que me dio.

— Entonces... — Chase habla, con una sonrisa ladeada en el rostro, al percatarse que lo único que hago es verlo a los ojos de manera fija.

— ¡Estoy pensando! — Exclamo de pronto, alzando las manos en señal de defensa.

Me muestra sus blancos dientes en una sonrisa divertida y enorme.

— Yo no he dicho nada — se defiende.

— Pero me miras de forma insistente — pongo los ojos en blanco con irritación fingida. Escucho a Chase soltar una suave risa ante mis palabras y eso me hace sonreír de lado.

Frunzo mis labios y lo miro nuevamente, de manera fija. Tenía muchas preguntas con respecto a su condición, y él está dispuesto a responder cada una de ellas, pero en este preciso momento, mientras está así de cerca, no se me ocurre absolutamente ninguna.

Genial. Gracias cerebro por fallarme ahora.

— Diablos... — mascullo —, tenía que haberlas anotado.

Chase se vuelve a reír.

— Puedes tomar el tiempo que desees. — dice en medio de un suspiro, dejándose caer hacia atrás, sobre la nieve. Lo veo colocar sus manos por detrás de la cabeza antes de empezar a observar el cielo. Doy una larga bocanada de aire y me coloco sobre él. Pongo mis manos a cada lado de su rostro para poder apoyarme mejor y así mirarlo a los ojos sin aplastarlo.

— ¡Tengo una! — Hablo, entusiasmada. Chase arquea una de sus cejas, alentándome a hablar —: ¿Eres el único chico con esta condición?

— ¿Hablas de: en todo el mundo? — Yo asiento —. No. Hay muchos más con esta condición, claro que nosotros solo habitamos lugares fríos.

— ¿Stefan es igual que tú?

Chase niega con la cabeza.

— Stefan tiene otro tipo de... talento.

— ¿De dónde sacaste esa condición?, ¿es hereditaria?, ¿fue algún experimento que salió mal?, ¿qué talento tiene Stefan...?

— Cállate — coloca una de sus manos sobre mi boca y hace una mueca graciosa con sus labios —. Tantas preguntas me abruman, nena.

Intento reprimir una sonrisa mientras desvío la mirada, tratando de pasar por alto el hecho que me ha llamado 'nena' y que sigue sonando tan lindo como la primera vez.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora