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Harry no podía ser hipócrita y mentir, simplemente no podía decir que estaba enamorado de Draco Malfoy, por que no lo estaba. Lo que él sentía por aquel rubio desagradable no era más que mera atracción física, porque Draco Malfoy era guapo y ardiente y muy, muy atractivo. Su cabello rubio platino brillando con el sol, su pálida piel reflejando la luz y coloreándose ligeramente de rojo por el esfuerzo físico, su perfecto y ejercitado cuerpo que además de todo había demostrado tener una flexibilidad increíble, sus rosados y delgados labios los cuales repasaba con su aterciopelada lengua, sus brillantes y exóticos ojos grises, todo en Draco Malfoy era perfecto y Harry sabía, por la manera en que todos lo miraban que no, no eran imaginaciones suyas, porque si había algo más ardiente que el heredero de los Malfoy vistiendo una chaqueta de cuero y fumando, era el mismo rubio insoportable enfundado en uniforme de beisbolista.

Llevaban una hora completa jugando aquel estúpido partido que habían acordado a inicios de año, el primero de la temporada interescolar y para el cual, tanto él como Draco habían apostado. Las serpientes iban ganando, no por mucho pero lo hacían. Harry se había encontrado gratamente sorprendido al descubrir que tanto el equipo rival como el suyo estaban al mismo nivel, pese a que ellos tenían la desventaja de jugar con Hermione, a quién las actividades físicas no se le daban de nada. Malfoy era en particularmente bueno como receptor, pero sin duda lucía mucho mejor como bateador, moviendo sus firmes brazos para golpear la pelota, y no que Harry hubiese pasado demasiado tiempo mirándolo saltar, correr, golpear y esas cosas, claro que no, era solo que Malfoy era el rival y al rival hay que tenerlo vigilado.

El festival de navidad concluiría con aquel partido, el resto de las actividades como la obra de teatro, el coro, las representaciones musicales y todas esas cosas ya habían tenido lugar con resultados satisfactorios. Romeo y Julieta había sido la ponencia más aplaudida, Remus había hecho un gran trabajo organizando la obra y el resultado había sido sublime, el vestuario hecho por un conjunto de alumnos que no actuaría era perfecto, al igual que la escenografía y la música, sobre todo la música y si bien las actuaciones no habían sido perfectas —exceptuando la de Draco y la Daphne que eran los protagonistas- todo había salido espectacular, los otros profesores los habían alabado hasta cansarse y hasta el mismo director había pedido a aquel mismo grupo para que organizara una obra más para el cierre de curso.

Pese a todo, Harry se había sentido satisfecho con su desempeño como Paris, batirse en duelo con Malfoy siempre era divertido, sobre todo cuando no habían puños reales de por medio y, aunque en su vida se pelearía por Daphne (aunque era muy guapa, eso no iba a negarlo) la verdad es que había logrado meterse bastante bien en su papel, o todo lo bien que podía hacerlo alguien que no había estudiado actuación. Malfoy por su parte, había estado sublime, había sido el Romeo perfecto, había sabido desplegar todo su encanto y caballerosidad, joder que hasta Harry hubiera caído como la tonta de Julieta si semejante hombre lo hubiera cortejado de aquella manera, porque Draco Malfoy interpretando a Romeo era pura belleza y verbo bien empleado.

Y si a Harry le hubieran preguntado que le había desagradado de interpretar aquella obra, él tal vez hubiera respondido —imaginariamente— que el beso del final, porque Greengrass había sabido aprovechar el momento y se había devorado al rubio como si no hubiese un mañana y no que Harry Potter estuviera celoso, o bueno, si lo estaba, tal vez un poco, porque últimamente parecía que todos tenían derecho de magrearse a Draco Malfoy menos él y aquello era una injusticia, porque según el mismo Harry Potter él había trabajado por aquel derecho más que cualquiera; había soportado las peores fases de Draco, sus insultos, sus miradas de desprecio y sus golpes físicos y emocionales, él, Harry James Potter, y no otro, había sabido ganarse la rivalidad de Malfoy mejor que cualquiera y él, como su único y más grande rival lo mínimo que merecía era una compensación por los daños ¿no?

impossible MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora