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Giselle.

Hoy será una completa locura.

Eso lo tengo más que claro.

Primero tengo la cita en la biblioteca y luego la reunión con la señora Boston.

Estoy nerviosa hasta la mierda. Anoche no he podido pegar el ojo para nada. Me sentí inquieta, y no he hecho más que dar vueltas en la cama. Es la segunda noche en la que no puedo dormir nada. Y el sentimiento de estar siendo observada otra vez se hace presente.

Cuando la alarma suena, dejo salir un gruñido frustrado. Estoy agotada por lo que me quedo unos minutos más metida en la cama.

Cuando por fin decido colocarme de pie, agarro el teléfono que descansa sobre la mesa de noche y me sorprendo cuando observo la hora en la pantalla del aparato.

Son las 10am.

Suelto un bostezo y me dispongo a salir de la habitación. No tardo mucho tiempo en darme cuenta que estoy sola en la casa por lo que supongo que papá, Hannah y Sophie están en el café.

Entro al baño y me aseo. Al verme en el espejo mi ceño se frunce al notar las ligeras ojeras que descansan bajo mis ojos oscuros, dándome un aspecto cansado y evidenciando las dos malas noches que tuve. Esto es horrible.

No me detengo a intentar arreglar la maraña de cabello con la que me he despertado esta mañana, por lo tanto, decido agarrar mi pelo castaño en un moño alto. Al salir del baño, voy directo a mi habitación para buscar algo que usar.

Mis párpados se sienten pesados, y se cierran por voluntad propia.

Cuando ya estoy vestida, voy a la cocina y enciendo la cafetera.

Mientras el liquido oscuro empieza a caer en el interior del recipiente de vidrio, agarro una taza y sirvo un poco de leche liquida antes de mezclarlo con el café y echarle azúcar

— Buenos días, cariño. Venía a despertarte. Te traje el desayuno — papá dice, entrando a la cocina con una bolsa en su mano.

Le doy los buenos días un poco desganada y, mientras lo veo agarrar un plato para colocar los dos grandes emparedados que me ha traído, le doy un trago a mi café con leche.

— Te ves muy cansada. ¿Mala noche?

— Sí. No he podido dormida casi nada.

— ¿Pesadillas otra vez?

— No — niego, y le doy un mordisco a mi emparedado —. Tengo tiempo sin tenerlas.

— Bueno, ¿saldrás hoy?

— Mmm… sí. Voy a la biblioteca a hacer una tarea.

— ¿Con Chase?

— No, no. Iré sola.

— De acuerdo, Giselle. Por favor, no te quedes hasta tarde. Es peligroso andar de noche por el pueblo.

— De acuerdo.

Después de avisarme que bajará al café para ayudar a Sophie, se despide de mí con un beso en la mejilla y luego se marcha, dejándome a solas con mis pensamientos.

Después de terminar mi desayuno, cojo el teléfono, mi mochila y mi abrigo, y bajo al café.

Cuando estoy ahí, camino en dirección a Hannah. Está sentada en una silla frente al mostrador, hablando con Sophie.

— Buenos días — saludo una vez que estoy cerca de ellas —. Voy a salir. Si papá pregunta, díganle que ya me fui.

— ¿Adónde vas? — Hannah pregunta, curiosa, y no me da tiempo de responderle cuando dice —: ¿Quieres que te acompañe?

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora