1. "Granos de café"

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Capítulo Uno.

Evan

Soy pésimo dando consejos, pero de una cosa estoy seguro: jamás vayan a una inauguración solos. No es la cosa más divertida del mundo, y tampoco la más silenciosa. Todo el instituto está allí. No puedo creer que una estúpida cafetería pueda atraer a tanta gente. Todos, absolutamente todos, están haciendo fila para entrar, lo cual llega a convertirse en un mar de gente desorganizada.

El establecimiento es bastante grande, hay un auditorio, una sección de librería, mesas y una terraza, lo que hace que se sienta el aire un poco más ligero a pesar de la muchedumbre, sin embargo, sigue habiendo más personas de las que puede soportar.

He escuchado que algunas personas del instituto trabajan aquí, lo cual bien podría ser una de las razones por las que la preparatoria entera está aquí. La mayoría de mis compañeros no necesitan ni un peso más para desequilibrar su hueca cabeza, así que, si están usando su tiempo libre para atender a otros adolescentes y unos cuantos ancianos malhumorados, algo bueno tiene que tener el trabajo.

Me lamento de nuevo el encontrarme solo. Debería haber arrastrado a Jess o alguno de los chicos para que viniera conmigo, pero tenía que ser demasiado testarudo y despistado para no hacer planes con anterioridad.

Aun cuando tengo cara de no haber dormido nada y disparo miradas de hielo a cualquiera que se me acerque, varias chicas tratan de conversar conmigo, sacarme algún autógrafo o fotografía, siguiendo solamente a aquella pobre chica que de verdad era una fanática.

Después de un rato, la fila por fin comenzó a avanzar. Después del discurso de entrada, dejan pasar a la mayoría de los espectadores, haciendo que una pizca de esperanza comience a crecer en mí de no pasar un sábado totalmente desolado.

Paso directamente a sentarme en una de las mesas de la parte superior, donde parece no haber mucha actividad y espero que algún mesero venga a tomar mi orden. Mis deseos se van al caño cuando me doy cuenta que todos los trabajadores están demasiado ocupados para siquiera notarme.

Trato de distraer a mi estómago, que poco a poco comienza gruñir, observando el lugar con detalle. La cafetería es algo rústica con un toque vintage, fotos de todo tipo de café en todo tipo de cosas, haciendo una especie de licuado agradable a la vista. Desde una taza hasta la Mona Lisa. Sin embargo, no todo es café; justo enfrente de mí está el auditorio, que es más bien un escenario de tamaño regular, bastante agradable para alguna tocada acústica.

Una vez que no puedo distraerme más mientras me pierdo en mis pensamientos, la impaciencia comienza a apoderarse de mí y las ganas por tomar mis cosas e irme del establecimiento aumentan. Justo cuando estoy a punto de levantarme, una morena camina en mi dirección, pero cuando puede verme por completo maldice en voz baja y sale corriendo escaleras abajo. No indago mucho en el tema. Baja corriendo a la caja donde platica con una de las chicas que preparan los pedidos, junta sus manos como si estuviera orando, hasta que finalmente la otra chica acepta.

Ambas cambian de delantal mientras la morena se adentra en la cocina y la otra chica sale caminado tranquilamente a la parte exterior de la cafetería.

Toma un par de órdenes hasta llegar a mi mesa, tomándose su tiempo y regalando sonrisas por doquier.

Tiene el cabello pelirrojo, no sabría describir el largo, pero no era tan corto, ni tan largo, normal, supongo. Sus ojos tan hipnotizantes hacen que me pierda en ellos, incluso cuando está a unos cuantos metros de distancia, y a pesar de que son de un café que se podría considerar muy común, no dejan de ser intrigantes. La chica levanta su mirada de la libreta que tiene en su mano y sonríe una vez que esta junto a mi mesa. Hace una pequeña mueca que la hace ver tan tierna y comienza a mover su linda boca.

‒ ¡Bienvenido a Granos de Café! Mi nombre es Amelia y seré tu mesera, ¿ya sabes que vas a ordenar? ‒Amelia, bonito nombre. Habla con una voz dulce, pero sin ser empalagosa, es como una dulce melodía.

Sonríe esperando una respuesta.

‒Sólo un café americano, gracias. ‒Ella asiente y da media vuelta para atender a los demás. No sin dejarme con otra hermosa sonrisa.

Reviso mi celular, para luego bloquearlo inmediatamente al ver el montón de notificaciones, que desde hace días, números desconocidos me hacen llegar. Maldito el momento en que se me ocurrió darle mi número de teléfono a una de las chicas del club de fans. Si hubiese sido un poco más inteligente, ahora no estaría llorando por un número nuevo.

Amelia regresa unos minutos más tarde con mi café, lo deja en la mesa y se dispone a marcharse de nuevo, pero no permito que lo haga. Tomo su muñeca para retenerla en un impulso de idiotez, ella simplemente voltea con una sonrisa un poco más fingida.

‒¿Puedo ofrecerte algo más? ‒Asiento y sonrío con todos los dientes. Ésta chica estaba matándome. Estiro mi mano para estrecharla con la de ella. La acepta y la sacude unos segundos aturdida y claramente confundida.

‒No exactamente algo material, pero sí. Mi nombre es Evan, es un gusto, espero verte más seguido. ‒Ella ríe un poco y se quita un mechón de la cara.

‒Mucho gusto, igualmente, creo que trabajo aquí y si vienes a la cafetería, seguro nos vemos, agregando que, estamos en el mismo colegio. Nos veremos mucho, no te preocupes. ‒Suelta una risa pequeña. Desearía patearme por mi estupidez.

Estamos a mitad de cuarto semestre y no me había dado cuenta de que ella estuviera cerca. Se percata de mi cara de confusión y menea la cabeza risueña.

‒Entré apenas hace una semana, es probable que no me hayas notado, ¿necesitas algo más? ‒Necesitaba su número y un millón de segundos a su lado. Pero no podía decírselo ahora.

Tenía algo malditamente encantador, que hacía que le tuviera un respeto infinito y no sólo usara mi encanto natural con las chicas, que de todos modos, parecía en un estado de idiotez momentánea.

Negué con la cabeza mientras la vi bajar las escaleras y alejarse.

Algo me dijo que estaría más tiempo de lo estimado rondando por aquí. 


Ni siquiera conozco tu nombre (Coffee Shop #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora