Capítulo 05.❀

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Los rayos del sol ni siquiera habían irrumpido en la habitación, cuando Louis despertó, pero quería que el día terminara, para volver a cubrirse entre las mantas y de esa manera poder sentirse una vez más inexistente.

Su cuerpo no respondía, estaba sobre la cama y cada parte de él pesaba, no se apresuró en abrir los ojos.

Había pasado toda la noche tratando de conectar su lazo entre su mente y su cuerpo, intentando desconectar su lado animal de lo humano, pero le era imposible y es que su omega se había apoderado totalmente de él. ¿Cómo podía explicarle eso a su padre? ¿Cómo podía entenderlo? Ni siquiera él podía hacerlo.

No fue lo suficientemente fuerte. No se pudo resistir.

Estaba sucediendo, después de tantas idas y vueltas, de tanta negación y arrepentimiento, de tantos errores y correcciones...

No pudo repararse. Estaba roto y al intentar arreglarse solo se cortó.

Su mirada observó fijamente la ventana, las cortinas ocultaban el cielo, pero había una línea que las separaba y por allí se colaban los primeros rayos del sol. Louis dejó que le acariciaran el rostro durante unos segundos, antes de ponerse de pie y caminar al baño.

Su habitación era grande; pintada de rojo y una línea negra dividiendo la mitad de las paredes de manera horizontal, no había un solo póster o cuadro decorando, únicamente dos estanterías repletas de juguetes y figuras, una mesa de estudio y un apartado pequeño donde tenía sus videojuegos. Cualquiera que entrara podía sorprenderse y sentirse atrapado por el encanto y los colores, pero también deduciría que no era un sitio donde hubiera estado un niño, o al menos uno al que no se le permitía tocar nada.

Al ser hijo único de uno de los mejores empresarios y de una estrella del modelaje, tuvo todo lo que la riqueza de sus padres le podían ofrecer, siempre vivió lleno de privilegios y lujos.

Lo tuvo casi todo, menos cariño.

Nana lo había mirado con curiosidad cuando llegó en la tarde-noche, no dijo nada. Ambos guardaron silencio; Louis por pena y ella por costumbre. El omega creía que lo hacía por el amor que le tenía, pero ¿Qué tan silencioso y lastimero tenía que llegar a ser el amor para darse cuenta de que no era lo mejor para el corazón?

Dos golpes vinieron desde la puerta y suspiro con pesadez. ¿Qué quería el mundo a las 8:00 am que no pudiera esperar?

—¿Louis? — escuchó tras la puerta a Nana. —Baja a desayunar.

Negó. Desayunar no le ayudaría a matar el vacío que sentía en el estómago.

—Tu padre está aquí y quiere verte.

Rodó los ojos. No quería verlo, ni a Nana, ni a nadie. Quería compartir su tiempo entre la soledad de su habitación y que aquel silencio le siguiera arrullando el alma, porque aun en compañía le era imposible escapar de la soledad.

—Quede de ir a desayunar con Niall.

Escuchó las pisadas de Sofía, bajar por las escaleras de madera y se dejó caer de golpe en la cama.

Iba a explotar.

No podía. La sombra de su madre lo seguía a todas partes.

Miró un punto fijo en la habitación y mordió la comisura de su boca, intentando ahuyentar los pensamientos del alfa y sus labios sobre ella. No sabía qué hacer. Nunca sabia.

De pequeño siempre pensó que la mejor cura para un alma en soledad eran los abrazos, porque era el pegamento de cariño, pero en su casa la magia no era así. Al menos no para él.

Doctor Styles. La Sombra Del Pasado.•S.E• ||Larry Stylinson||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora