Capítulo 16: Campo de Guerra

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***Sonnet***

•—Empezar Música—•

Duke efectivamente abrió la puerta. Ahora que sabía que estuvo hablando con Lyra, lo veía de una manera diferente. Ahora que sabía que pudo haber sido su secuestrador, le tenía un cuidado diferente. Le enseñé mi mejor apariencia amigable.

—¡Hola! —exclamé dándole la mano, con más fuerza que la de él.

—Buenos días. ¿Te puedo ayudar en algo? —preguntó. Se veía muy cansado, al igual que yo.

—Pasaba por acá. Es que, como habrás visto en las noticias, mi amiga Lyra desapareció... —comenté, intentando observar hacia los adentros de la casa.

***Duke***

Mantengo mi sonrisa, a pesar de mi sorpresa. Este será un estorbo más...

—Sí, pude ver en las noticias de ayer que ella desapareció. También la vecina de al lado, si no me equivoco... —digo, tratando de no torcer la cara con mis pensamientos internos.

—Sí. Hay algún asesino o secuestrador suelto —comenta. No deja de intentar ver hacia adentro de la casa—. ¿Puedo pasar?

Un tic se me escapa en el ojo izquierdo. Sonrío con cautela.

—Claro. Pasa. —Camino junto a él por la sala de estar.

***Sonnet***

Me senté en uno de los sillones, todos estaban llenos de polvo. Tenía que ganar tiempo conversando para explorar las posibilidades de que Lyra o Quinn se encontraran en el lugar. Además, llevaba una cuchilla pequeña en mi bolsillo, en caso de que algo malo sucediera.

—¿Dónde se encuentra el vecino de Lyra? Era él a quien venía a visitar —mentí.

—Oh. ¿En serio? —preguntó interesado—. Carajo. ¿Mi tío no te avisó que se iba de vacaciones? Por eso estoy acá, me está pagando para cuidar su casa mientras no está. ¡Dinero fácil!

—No, no me dijo. —Solté una risilla falsa—. Pero... ¿por qué está su auto afuera, entonces?

—Se fue en tren. Es una distancia muy larga, y quería ahorrarse el tiempo con el que hubiera ido manejando —explicó Duke.

—Entiendo... —reflexioné.

—¿Quieres algo de comer o tomar? Justo iba a hacer el desayuno. —Se levantó, caminando hacia la cocina—. Tengo jugo de naranja, al menos.

—Está bien. —Accedí, observando cada detalle de la casa.

***Duke***

Él se sienta en la silla que está justo al lado de la puerta del sótano. Camino hacia la refrigeradora. Mis manos tiemblan de nuevo. Respiro hondo, me tranquilizo, buscando el jugo de naranja.

—¿De qué querías hablar con mi tío? —pregunto, actuando interés.

—Nada especial. Quería saber un poco sobre su trabajo —explica... su respuesta me confunde.

—¿Trabajo? —cuestiono.

—Gabriel trabaja para el periódico, y para mi reporte de biología necesitaba que me ayudara a revisar unos periódicos viejos —elabora.

Me tranquilizo.

—Ya veo... —digo sirviendo el líquido en su vaso. Veo una diminuta gota de sangre seca en la mesa. Es negra, y la mesa es blanca.

—En fin. —Él aclara su garganta—. Sé que estuviste hablando con Lyra.

Siento un bajonazo en el estómago.

—Claro, nos conocimos en un sitio de citas —explico, tengo que empezar a decir verdades.

—Exacto. —Él levanta la mirada—. Ella dijo que se reuniría contigo.

***Sonnet***

Lo tenía atrapado. Si él era el secuestrador, estaba dispuesto a detenerlo a como fuera, en esa cocina. Acerqué mi mano a la cuchilla en mi bolsillo, por si acaso.

—Sí... ella me dijo que nos viéramos... todo estaba planeado, y yo llegué al lugar, pero dejó de contestar mis mensajes en la tarde. Cuando vi las noticias no lo pude creer —suspiró viendo hacia el suelo, algo triste—. Si la hubiera logrado ver ayer, nada de esto hubiera sucedido...

—Diablos... —Analizaba lo que me decía.

Empezó a quitar una mancha negra de la mesa con su camisa y saliva.

***Duke***

La risa de mi interior es casi incontrolable. Se ha tragado mi fachada de manera impecable. Tenía que ganármelo.

De repente algo suena en el sótano. Sonó como un golpe, o algo parecido.

***Sonnet***

—¿Qué fue eso? —demandé con adrenalina. Me levanté de inmediato.

—No lo sé —dudó Duke empezando a caminar hacia el sótano—. He estado escuchando esos golpes por las noches a veces, no sé qué será.

—Vamos a ver —comando, con la mano cerca de mi bolsillo, en constante alerta y el corazón inquieto.

Si él fuera el secuestrador, era obvio que las tendría en el sótano, desde donde no se podrían escuchar los gritos. Me encontraba en un campo de guerra, en el que el error más pequeño me iría a costar la vida. Dejé que Duke entrara primero, caminando las escaleras. Lo seguí. No había luz en el sótano. Me quedé esperando a la mitad del camino, para que él encendiera la luz. Al hacerlo, mi corazón se detuvo.

No había nada.

Se escuchó otro golpe. Estos provenían de un gran horno que estaba en la esquina del sótano.

—Pero claro... es el horno de mi tío. —Duke se acercó, abriéndolo—. A veces el metal se aclimata y por eso suena así. A mi tío le encanta hacer esculturas de arcilla, mira esas de por ahí.

Señaló unas cuantas miniaturas perturbadoras. Aparte de eso, en el sótano había varias cajas, el piso estaba húmedo, y olía mal. No había nada más... no tenía pruebas de absolutamente nada. Me sentía más confundido que nunca.

Subimos a la cocina de nuevo. Un aura de desesperanza pasivo agresiva me carcomía. El haberme aferrado a la esperanza de que él fuera el secuestrador se estaba disipando rápidamente. ¿Tan fácil? ¿Y si realmente ocultaba algo?

—Mira... —Duke se acercó—. Lamento realmente lo de tu amiga... si puedo ayudar en algo, en lo que sea... ya sabes dónde encontrarme.

—Gracias. —El silencio de la incertidumbre era debilitante.

Tenía que buscar nuevas opciones, no podía quedarme de brazos cruzados y aceptar esta mofa del destino. Caminé hacia afuera, hacia mi bicicleta. Me detuve en la puerta.

—Nos vemos. Iré a la estación de policía. —Salí, en silencio.

***Lyra***

Abro los ojos. ¡Estoy en una habitación totalmente distinta! Estoy en el dormitorio en el que Duke había dormido. Intento gritar. ¡Mi boca tiene cinta adhesiva! No puedo hacer nada, intento saltar con la silla, pero está entre la cama y la pared. La silla está justo frente a la ventana, con cortinas muy oscuras. ¡Nadie podrá verme!

Lo que veo... destroza mi corazón. Sonnet está saliendo de la casa en la que me encuentro.

Las ilusiones... no eran otra cosa más que un arma de tortura, una tortura de las más dañinas en el mundo.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora