•Tenemos que hablar•

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Y aquí estában.

Los dos idiotas más grandes del mundo.

En el salón de química.

Este salón es muy conocido por siempre estar vacío, ya que siempre se van al laboratorio y en este salón sólo lo usan para exámenes o cuando entregarán proyectos finales.

Entonces, se dice que ese luegar no sólo se usa para fines educativos, y muchos optan por ir ahí.

¿Cliché no lo creen?

Nataly lo sabía, Evan también, ¿pero en que otro lugar se podrían hablar sin ser "descubiertos"?

Claramente en miles y miles de lugares más, pero algo que los caracteriza a los dos es que siempre, como los adolescentes que son, solamente verán esa opción y no tratarán de encontrar otra.

Evan estaba desesperado en la última fila al lado de la ventana sentado sobre un mesabanco.

Mientras Nataly estaba apoyada en el escritorio que estaba en la esquina y claramente su vista daba directo con el si la mantenía recta.

Ojos cafés y ojos verdes, dos colores hermosos pero a la vez diferentes.

Aún que los dos colores van de la mano ¿no es así?

Evan no era el típico chico popular, pero claramente tampoco era el nerd, varios en la escuela lo conocían por su carisma o bien por sus calificaciones siempre de 9 (con excepción en matematicas claro) para arriba.

Nataly, la conocían por lo sarcástica que podía llegar a ser, también por el accidente que pasó hace 2 años, ¿quien no recordaría el accidente por el cual la chica perdió a sus dos padres y casi a su hermana menor?

Triste pero cierto.

También la conocían porque nunca se derrumbó, claro que lloro cuando hicieron la misa y cuando fue el velorio.

Pero después de eso ella siguió adelante, no hubo tiempo de depresión o cualquier cosa.

Ella ya tenía una responsabilidad.

Para Nataly, Megan era lo mas importante en el mundo, y ella siempre la pondría antes que todo.

A tal punto de ponerla sobre ella misma y sus sentimientos.

—Bueno, Evan. No me gustan los dramas en mi vida diaria, así que te daré tu explicación y después nos iremos por caminos diferentes.

El chico asintió.

—Fuiste mi primer amigo en bastante tiempo, con nadie había hablado o tan siquiera mencionado el accidente de mis padres hasta que llegaste tu—Evan sintió su corazón saltar de la felicidad ¡ella le tenía confianza!— y me sacaste muchas sonrisas y risas, también hiciste que volviera a tener una paz conmigo misma que no recordaba.

Tampoco me recuerdas a mi, pensó Evan.

》Pero, no puedo seguir hablando, el día que recibí la llamada y salí corriendo me llamaron del Instituto de mi hermana, ella había sido amenazada.

Evan la miraba con atención y en cuanto dijo eso abrió los ojos muy grandes, que si estuvieran en otra situación, Nataly se reiria.

—¿Puedes adivinar quien fue?—continuó la pelirroja—pues fue tu novia, Evan, y le dijo que si no me alejaba de ti, la próxima la llevarían a un orfanato.

Evan ahora estaba que casi se desmayaba.

¡Gabriela, maldita sea, ¿que hiciste?!

—¿Cómo está tu hermana?—un Evan preocupado era muy raro de ver, a menos que fuera finales de semestre pero esa es otra historia.

—Esta bien, pero siento que cada vez que la dejó en su primaria, literalmente corre como si la persiguieran.

—Lo siento tanto, no pensé que hablarte te traería tantos problemas.

—No es tu culpa Evan, sólo, cuidate de ella—Nataly suspiro al terminar la frase, no podía creer cuanto cariño le había tomado al chico, entonces como si el piso se moviera, Nataly recordó a dos niños jugando con lodo afuera de su antigua casa, era ella y un niño pelinegro de ojos café claro, casi miel.

Pero para ella, era sólo eso, una simple alucinación.

Evan la tomo entre sus brazos, ya que pensó que se caería.

Entonces Nataly al tratar de separarse tropezó y ahora nadie pudo evitar su caída.

Ya que Evan no sabe como, pero quedó arriba de la chica, sus bocas separadas por pequeños milimetros y con sus corazones muy (muy) rápidos.

Entonces alguien abrió la puerta.

Gabriela junto con el profesor de química.

Mierda.
Pensaron la pelirroja y el pelinegro.

Lo notan, hasta los mismos pensamientos tienen, ¿acaso no son la pareja perfecta?

Bueno, según el destino no.

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Oye, ¿estás leyendo un libro? (#EM1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora