Capítulo 27: Proximidad

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Amaneció. A pesar de haber estado tan estresado por todo, había logrado dormir al menos un par de horas. Necesitaba estar con fuerzas para lograr encontrar a mi amiga. Mi madre estaba durmiendo todavía. Eran las cinco de la mañana, y tenía hambre. Me puse un abrigo y salí de casa, para comprar pan caliente en la panadería de la esquina.

Empezar Música—•

Mientras iba caminando me percaté de algo que me incomodó al instante... algo que me puso los pelos de punta. El chico del casco negro... estaba en el camino, entre mi casa y la panadería. Restregué mis ojos con fuerza, esperando que solo fuera una asquerosa ilusión.

No lo era. Empecé a caminar muy rápido. Él revisaba su celular, volteándome a ver de vez en cuando, y de nuevo a su celular. Corrí hacia la panadería. Ya no estaría seguro en ningún lugar. En la panadería revisé mi pantalón. Entre los rincones toqueteé algunas monedas, una bola de pelusa, y en un tanteo logré tocar la tarjeta que aquel agente me había dado.

Intentaba marcarle. Tenía la billetera en la otra mano. Miré hacia la entrada del lugar. Él había entrado también. Estaba paralizado, era como si tuviera tornillos a través de los pies. Estaba plantado al suelo. No podía respirar, era como si tiempo hubiera sido puesto en pausa.

Las campanillas de la puerta sonaron, mientras él caminaba lentamente hacia mí. El pasillo era algo angosto. Él chocó contra mí, haciendo que mi billetera cayera. La rejuntó, dándomela.

—Disculpa —dijo. No podía ver su cara. Solo podía ver la mía reflejada en la infinita oscuridad que envolvía a aquella intimidante persona.

—No puedes tener el casco puesto aquí dentro. Son las reglas. —El dueño de la panadería se hizo presente.

Él se volteó, tomó un paquete de cualquier fritura y fue hacia el dueño.

—Solo venía por esto —explicó—. Ya me voy.

—Bien. —El dueño respondió con un tono conformista.

Él pagó y salió de la panadería. Estaba sudando, pálido, con ganas de vomitar. Miré a mi celular, la llamada estaba en curso.

—¿Hola? ¿Hola? ¿Quién habla? —preguntaba él.

—Yo... —decía, intentaba hablar, pero no podía creer que había dejado escapar al asesino de Frederick... alguien que posiblemente tenía información de Lyra.

—¿Sonnet? —cuestionó.

—Sí... yo... necesito hablarte. —Tuve que terminar la llamada, no sabía si estaría todavía en peligro.

—¿Te sientes bien? —preguntó el dueño de la panadería.

Corrí a mi casa, sin encontrarme al chico del casco en el camino. Cerré la puerta, agitado y asustado. Sostenía la puerta de madera, sintiendo la textura que ofrecía protección ante alguna eventualidad. Mi celular empezó a vibrar, dándome un gran susto. Era Steiner. Contesté, un poco más calmado.

—¿Dónde nos vemos? —consultó directo—. ¿Esta noche? He estado investigando sobre unos movimientos bancarios... creo que tengo la manera de localizar a un posible sospechoso.

—En el bar Simbiosis, a las ocho —confirmé—. Necesito revisar algo antes de vernos.

—Nos vemos entonces. —Él estaba por colgar.

—Steiner —dije.

—¿Sí? —preguntó.

—¿Quién es el sospechoso? —cuestioné, con el corazón en la garganta.

—No puedo dar esa información todavía —explicó—. No puedo, hasta que lo logre confirmar.

—Está bien. —Tragué seco—. Nos vemos.

Terminó la llamada. Al menos ya tenía un camino el cuál seguir el día de hoy. Respiré hondo. Comí rápidamente lo primero que encontré, y mientras iba hacia mi habitación, mi madre apareció.

—¿Estás bien? —preguntó.

—Sí. Estoy avanzando en encontrar a Lyra —dije sonriendo, con un gran dolor punzante por dentro.

—Si necesitas algo de mi parte, avísame. ¿Sí? —Me dio un abrazo.

—Gracias. —Caminé hacia mi habitación.

***Steiner***

Pasé toda la madrugada intentando planear una estrategia. ¿De qué manera podría encontrar un descuido de parte de los secuestradores? En uno de tantos pensamientos fugaces llenos de niebla, apareció uno que me dio un poco de luz. La cantidad de dinero utilizado para las inscripciones no sería fácil de pasar por alto, y yo tenía el permiso de la Ciudad Onírica para poder revisar las transacciones de los bancos, sin restricción alguna.

Después de haber hablado con Sonnet me dirigí a varios bancos de la ciudad. Le pedí a los empleados que me dieran acceso a los registros con cantidades semejantes, pero no encontré nada. Llegué al último banco, con la esperanza de encontrar algo. Llegué al lugar, yendo directo a la oficina del gerente. A él le pedí acceso.

—¿Me enseña su placa de agente especial? Junto con el permiso firmado por el gobierno para hacer este tipo de investigación, por favor. En nuestro banco tomamos la seguridad de nuestros clientes muy a pecho —explicó.

—Claro. —Saqué los documentos, como siempre hacía.

Me dio acceso, siempre y cuando él estuviera presente en cada momento. Podía acceder a la base de datos de las transacciones de las cifras que buscaba. Después de haber tachado a tres sospechosos, después de haber confirmado que ellos no eran... llegué a un chico joven de veinticuatro años, llamado Duke Cornet.

Al parecer, él había hecho una transacción justo con las cifras que yo buscaba. Era muy sospechoso. Lo había hecho a altas horas de la noche, y la cuenta hacia la que hizo la transacción desapareció completamente. El gerente se sorprendió al ver esto.

—Nunca ha sucedido algo parecido —aclaró con seguridad.

—Creo que tengo a mi sospechoso —dije mirando a la pantalla fijamente.

Los secuestradores eran astutos, pero las personas que intentaban ayudar también hacían movimientos eficaces y certeros. ¿Cuánto más durarían estas estrategias bien ejecutadas?

Notas del Autor:
—Ahora sí que se prendió XD.

—¡Un recordatorio a todos aquellos que sí les gusta la historia pero se les olvida votar! Que es muy importante hacerlo, si no lo hiciste te pido que lo hagas en los capítulos pasados (obvio solo si vas siguiendo la historia y te gusta).

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora