Capítulo 36: Razones

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***Lyra***

•—Empezar Música—•

Salgo de casa, y el frío me golpea rápidamente. Frederick está esperando en su auto. Subo a él, saludándolo con un beso.

—Así que... ¿qué tal todo? —interroga, arqueando una sonrisa.

—Bien —respondo seca—. ¿Vamos?

—Sí —ríe—. Andas algo extraña hoy. ¿Qué pasa?

—Después te cuento. Honestamente, no tengo ganas de hablar de ello en este momento —confieso—. No tengo muchos ánimos.

—Está bien, como sea. —Empieza a manejar.

Luego de unos minutos llegamos a su hogar. Su madre nos recibe, amable como siempre. Ella abre la puerta con una sonrisa.

—¡Lyra! Bienvenida. —Me da un cálido abrazo.

—Buenas noches. —Veo que está por salir, tiene las llaves de su auto en una mano, y en la otra su bolso.

—Nos vemos. —Frederick se despide de ella.

Vamos hacia el dormitorio de mi novio, y cerramos la puerta con seguro.

—¿Ahora sí quieres contarme? —pregunta él, mientras enciendo su computadora.

—Mi familia se está quedando pobre. Eso pasa —suspiro, volteando los ojos—. Ven, a ver si hoy encontramos algo interesante.

—Diablos, lo lamento —comenta pensativo—. ¿Y, para qué te quieres meter hoy?

—Curiosidad, como siempre —digo abriendo Tor.

—Bueno, a ver entonces. —Trae una silla y se sienta junto a mí.

Empezamos nuestro recorrido de siempre, viendo páginas de humor estúpidamente negro. Luego, nos adentramos entre unos videos psicodélicos que nos encantan. Pasan treinta minutos, y una hora.

—Estoy algo cansado hoy —habla Frederick—. Estuve estudiando mucho, y tuve que ir al gimnasio.

—Duerme entonces —comando—. Yo todavía no estoy cansada.

—Bien, pero no te metas a nada peligroso... —dice. Me da un beso en la frente y se aleja, acurrucándose en la cama.

—Claro que no —confirmo—. Paso el resto de la noche leyendo algunos artículos "secretos" sobre alienígenas y algunos temas sobrenaturales.

***Steiner***

—¡Suéltenme! —gritaba Julie furiosa.

Ella iba en la parte trasera del auto con Vincent, y yo conduciendo.

—Vaya, aquel chico distribuidor era rápido —comentó Vincent, forcejeando con la muchacha.

—Él será el siguiente objetivo —afirmé—. Pero bueno, ya tenemos a una fiel compradora, y ella nos dará información. ¿Cierto, chica?

—¡Nunca! —exclamó pateando mi asiento.

No habló alguna otra palabra en todo el resto del camino.

La fuimos a dejar a la comisaría para que fuera procesada. No la volví a ver después de el evento. Supuse que la habían metido en la cárcel. Esa cantidad de cocaína que había comprado era enorme... Días después pasé a preguntar por ella, y supe que nunca dio detalles acerca de quién más estaba en el negocio, incluso aunque le ofrecieran menos tiempo de sentencia.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora