Capítulo 57: Incómodo

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***Lyra***

Despierto en la mañana. Estoy alistándome para ir a la universidad. La situación económica de mis padres ha empeorado, por lo que estoy buscando trabajo. Bajo las escaleras. Mi madre se encuentra despierta todavía... la noche anterior no había dormido por ordenar las deudas de mi padre.

Mi padre no se encuentra en casa. Se ha quedado en el trabajo toda la noche, y estará ahí durante todo el día, haciendo horas extras.

—Buenos días... —saludo, caminando junto a ella. Está sentada en la mesa de la cocina, frente a la computadora. Tiene unas enormes ojeras y una gran expresión de desilusión.

Está despeinada y desganada... pero, ¿quién no lo estaría en esa situación.

—Hola, hija. —Ella saluda. Le doy un beso en la frente.

—Hoy seguiré buscando trabajo —anuncio—. En alguna de las tiendas de ropa del centro comercial deben de estar necesitando ayuda.

—Gracias, Lyra. Muchas gracias, pero no descuides los estudios, por favor —pide.

—No señora, pero tampoco descuidaré de mi familia —comento. Abro la alacena y saco unas galletas.

Saco la mantequilla de la refrigeradora y se las pongo. Me sirvo un vaso con agua... no tengo hambre, ni ánimos.

Me siento y enciendo la televisión, pero está cortado el servicio. Observo la blanca interferencia, y escucho su sonido... me quedo unos segundos reflexionando, algunas veces me quiero rendir, pero no puedo ahora... Empiezo a comer.

Las mordidas de las galletas, el tecleo de la computadora de mi madre, y el tic tac del reloj son los únicos sonidos que me acompañan, junto a la repetitiva interferencia, recordando constantemente la situación en la que me encuentro.

Es una mañana terriblemente callada... sin embargo, no hay más por hacer para cambiar ese hecho. No hay nada qué decir. Tomo un sorbo de la insípida agua y camino a lavar los platos. Veo hacia las casas de enfrente.

Mi vecino está metiendo una especie de horno en su casa. Se ve terriblemente pesado. Quinn está saliendo de la suya, y me saluda. Le devuelvo el gesto, agitando la mano. Ella va camino a la secundaria.

Me llega un mensaje de Serina. Ella quiere que nos veamos hoy. Le contesto que no tengo muchas ganas, porque esta vez, en serio... no las tengo. Ella sabe toda mi situación, y en los últimos días ha hecho lo mejor de su parte para distraerme, pero cada vez que salgo con ella, o quien sea en general, siento que pierdo el tiempo... en lugar de hacer algo productivo para ayudar a mis padres.

Salgo de casa, hacia el centro comercial. Una vez ahí, camino hacia una de mis tiendas preferidas. Está abierta. Entro, y veo a una chica de cabello largo. Tiene las pestañas pintadas de color celeste... algo inusual. Se ve llena de energía, es amable.

—¡Bienvenida! ¿Te puedo ayudar en algo? —pregunta atenta.

—Hola. Vengo a buscar trabajo... —comento.

—¡Oh! Muy bien. Llamaré a mi jefe, ven conmigo. —Camina junto a mí. La tienda es de color rosa pastel.

—¿Espero aquí? —consulto, al ver que ella está por entrar a una habitación.

—Está bien. —Ella empieza a caminar—. O si quieres, puedes venir conmigo.

—Esperaré aquí, gracias. —Siento algo raro respecto a la chica...

Espero algunos minutos mientras regresa. El centro comercial es especial, es abierto, no tiene techo y las calles son públicas; están llenas de tiendas de varios pisos. Camino por la tienda, la cual da vista a la calle, y en frente hay otra parecida. En esta, hay una maniquí preciosa. Está perfectamente maquillada y tiene una mirada lindísima, llena de brillo. Además, huele muy bien.

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora