Capítulo 63: Almas puras

64.1K 9.6K 4.5K
                                    

***Duke***

La policía entra en acción. ¡No puedo ir por Jerry! Gruño, corriendo lejos de la escena. Es increíble saber que me ha salvado, incluso después de todo lo que ha sucedido entre nosotros. Julie entra conmigo al auto y empezamos a movernos rápidamente. Choco con unos autos de policías que hay en el camino. Ellos disparan hacia nosotros, pero no nos logran detener.

Sigo por las calles para perderlos, pero nos están siguiendo.

—¡Ahí! —chilla Julie. Nos metemos por unas calles muy angostas y los logramos dejar atrás, al menos por el momento.

Entramos a un callejón oscuro, y la noche empieza a envolver lentamente la Ciudad Onírica. Nos bajamos del auto. Ambos tenemos varias heridas superficiales, nada muy grave. Ella se sienta junto a la oscura pared. Huele a orines... y hace mucho frío.

—Jerry... —lamenta.

—Lo recuperaremos —chasqueo la lengua—. Solo tenemos que...

—No... cállate, Duke... simplemente cállate. Estoy harta de que sigas minimizando todo lo que ocurre a tu alrededor, diciendo que lo solucionarás mágicamente. No puedes arreglar lo que está roto. No pudiste arreglar mi corazón, no pudiste siquiera tener piedad con Natalia en su momento... ni siquiera puedes tener una relación decente con quienes dicen ser tus amigos. Jamás arreglarás nada. —Julie está realmente herida.

Me quedo en silencio. No puedo hacer más. Tenemos que esperar a que la policía se calme y capture a los sobrevivientes, aquellos que no tuvieron la suerte de escapar del lugar.

Entro al auto y respiro hondo. Siento algo en el corazón que me molesta... algo de culpa. Sé que Jerry ha sido muy fiel y que no le he regresado muchos favores. Muy dentro de mí... siento que no soy merecedor de quienes están a mi lado.

—Me tengo que ir —declaro.

—¿Ah sí? ¿A dónde irás ahora? Estás muerto en vida. No sé por qué no entiendes eso... —Está bloqueada, no hablará más a menos de que sea para seguir tirándome las culpas.

—Llegaré en la noche al almacén, no te preocupes. —No soporto estar más en la ciudad—. Tengo que irme ya.

Camino hacia la parte trasera del auto y tomo mi guitarra. Salgo caminando lentamente por las calles, escuchando los ecos de las sirenas de la ciudad.

—Mira, honestamente, puedes hacer lo que te de la gana. Estamos perdidos... no sé qué hago yo aquí todavía. Vete. —Ella se mete al auto—. ¿En qué estaba pensando?

***Steiner***

Llegué a la estación de policía. Había muchos autos con sirenas activas todavía. Las luces rojas y azules iluminaban las tenues calles de los alrededores, mientras el sol terminaba de ocultarse. Robert se encontraba afuera, vestido con un chaleco largo. Él estaba hablando con el resto de los oficiales.

—¿Qué sucedió? —consulté caminando hacia el lugar, hasta que vi que había ambulancias también.

—Mejor mira por ti mismo —sugirió Robert—. Prepara tu estómago.

Entré al lugar. Caminé por los vacíos pasillos y oficinas, hasta llegar al lugar en el que tenían a las personas presas. La celda estaba vacía... pero lo que estaba afuera me erizó el cuerpo completo. Los escalofríos no fueron causados por el oficial en el suelo, con un balazo en la cabeza, ni que hubiera un charco enorme de sangre rodeando el lugar.

El causante de mi conmoción fue el ver las barras de metal de la ventana. Habían sido dobladas de alguna manera sobrenatural, y el rastro de sangre con pasos llegaban desde el charco hasta la misma, la cual estaba quebrada. Serina había escapado por la ventana de alguna manera...

El Desfile Macabro (#1 ¡EN FÍSICO YA!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora