Capitulo 4 "La excepción"

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En mis ratos libres me dediqué a dar el primer paso en busca de mi futuro.

Solía sentarme al lado de mi padre a tejer mientras le hablaba sobre cosas cotidianas, o sobre los nuevos libros que había leído.

Aun recordaba uno de los días más felices en los últimos meses, cuando Lucio me permitió sacar libros de la biblioteca de la casa Mellark, para devolverlos lo más pronto que pudiera al haberlos terminado.

Estaba segura que el señor de la casa, dueño de esos libros, no estaba enterado de este favor, por lo que trataba de ser lo más discreta posible y había vuelto a mi lugar en las sombras...

-habrá más comida de ahora en más- me conto Sue un día, después de hablarme sobre la visita de una tía y una prima de la familia.

Las mujeres no tardaron en llegar y rápidamente estuvieron instaladas en la residencia Mellark.

La tía Mellark era una señora ya entrada en años, pero no parecía mayor que mi padre, su hija menor, la que la acompañaba a todos lados, no debía superar los diez años. Ambas portaban sobre sus cabezas cabellos rubios luminosos, y poseían unos intensos ojos azules que hacía indiscutible que provinieran de la familia Mellark.

Hablando con Sue, me había enterado de que la señora Madeleine había quedado viuda hacia algunos meses, y que para evitar la depresión se dedicaba a viajar constantemente llevando consigo a su pequeña hija. Tenía cuatro hijos más grandes que Megan, la menor, pero todos ya poseían sus familias y obligaciones cotidianas. La cocinera me indico que la niña había sido como una bendición para la señora, un consuelo a la soledad...

-las parientes del señor suelen ser un poco exigentes, aunque él se ha encontrado renuente lo convencí de que podríamos contratar a alguien más que la ayude- me dijo Lucio en la cena dos días después del arribo de las mujeres.

-no va a ser necesario- comente.

Lo único que provocaban, era quitarme sólo unas horas, sus habitaciones podía limpiarlas entrada ya la tarde, debido a que solían despertarse a mediodía para después salir a pasear el resto del día.

Por momentos tuve que dejar de ser invisible, ya que la que si necesitaba mi ayuda era Sue, solía ayudarla a servir la comida y prepararla...

-ya te has comido como dos platos de ese puré- noto la tía Mellark sonriente y por primera vez pude ver al señor de la casa enrojecer- ¿a quién debo felicitar?- nos miró la mujer a Sue y a mi que permanecimos cerca para servir más vino.

-Katniss ha hecho un puré exquisito- comento la cocinera y me tocó ser la apenada.

-pues te felicito Katniss, esta delicioso- dijo entonces la sofisticada tía.

-muchas gracias señora- acepte la felicitación con simpleza...

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-debería...- mientras limpiaba los muebles del salón, mire la dificultad que la pequeña Megan tenía para bordar una flor y quise ayudarla, pero me reprimí.

-¿qué ibas a decir?- pregunto con amabilidad y entonces me acerque.

La tarde fue amena, una vez que hable con la niña no parecía tan retraída como había imaginado, de cierta manera convivir con ella me traía viejos recuerdos, de mi hermana. Tenían similares colores de cabello rubio, ojos azules, en la actualidad Prim tendría su edad si siguiera viva...

-estas no son manos de alguien de servicio- sin que lo esperase, luego de estar viéndonos un momento, la señora Madeleine tomó una de mis manos- ¿Qué hacías antes de llegar aquí?- se interesó.

Lo que el amor callaWhere stories live. Discover now