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El horrible y estruendoso sonido de la alarma de mi celular es el que se encarga de despertarnos a ambos prácticamente de golpe. La desagradable e irritante melodía de marimba me indica que ya ha llegado la hora de levantarse para ir a trabajar y abandonar de una vez el departamento de Harry.

Pero diablos... Estoy tan cómoda a su lado, tanto que no creo ser capaz de hacerlo. Quiero quedarme aquí recostada durante toda la eternidad.

-Agh... Maldición -susurro, removiéndome entre las sábanas ajenas, girándome hasta dar contra la piel tibia del pecho desnudo de Harry. Dios, ahora sí que definitivamente no podré levantarme, no con esos tatuajes frente a frente, ni con ese calor tan adictivo.

-¿Siempre eres así de gruñona en las mañanas? -escucho su ronca y áspera voz en un canturreo. Contrario a mí, él está de excelente humor.

Frunzo el ceño y me volteo dándole la espalda. Lo siguiente que siento son los labios de Harry depositando dulces besos en mis hombros.

Joder. Maldito Harry. Eso se siente tan bien, ¿Por qué no podemos sencillamente quedarnos así hasta que la flojera nos consuma?

-Harry... -suelto en un suspiro, deleitándome con sus besos.

Nuevamente, me volteo, esta vez para encontrarme con la somnolienta cara del castaño. Y joder, era como si se viera más sexy que nunca, sin siquiera quererlo. La combinación de su cabello despeinado, con su voz y ese rostro de recién despertado lo hacían ver entre adorable e irresistible.

Él me sonríe, dándome una nueva motivación para iniciar mi día.

-¿Me prestas la ducha? -pregunto, resignada.

-Solo si la compartes conmigo -advierte, antes de besarme fugazmente en los labios.

Le devuelvo la sonrisa y enredo una de mis manos en sus cabellos. Están largos, y viene siendo hora de que se realice un buen corte de cabello. Sin embargo, me agrada, esos rizos revoltosos lucen bien en él.

-Deberías saber que no habría aceptado de ser de otro modo, Styles.

(...)

Siempre es más o menos lo mismo con Harry: me deja afuera del trabajo, quead en que me llamará dentro de los siguientes días y me promete un par de veces más que no volverá a desaparecer como había sucedido recientemente. Lo típico de siempre, exactamente los mismos diálogos que había escuchado un par de semanas y meses atrás. Parte de las cuantas costumbres que guiaban nuestra extraña y particular relación. Engaños inocentes que los dos sabíamos que no eran verdad.

Al ser fin de semana, mi turno de trabajo se extendía un poco más de lo habitual. Mi hora de salida correspondía a las seis de la tarde, por lo que el tiempo en la aburrida cafetería se me hacía absolutamente eterno.

Sin ninguna abundante clientela de la que ocuparme, me la paso mirando el reloj constantemente, hasta que por fin llega la hora de mi libertad. En cuanto las agujas del reloj de pared del Dolce Ristretto marcan las seis en punto, prácticamente me voy volando hacia mi casa.

Atravieso el antejardín, abro la puerta y subo las escaleras a grandes zancadas hacia mi cuarto. Nada más para que no se preocupe, le aviso a mi abuela que saldré con Zayn, por lo que tras un pequeño interrogatorio la mujer me deja libre para ir a prepararme para mi cena.

Entonces es que me doy cuenta de que ha llegado el momento más complicado, por superficial que suene: escoger la ropa. Después de todo, no tenía ni la más mínima idea de a qué clase de lugar era que me llevaría a cenar. ¿Sería algo elegante, o más bien casual?

Shared » Harry Styles » Zayn MalikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora