Entre brillantina y aceite de coco, una jovencita se balanceaba entre el pecado y el perdón, sin buscar redimirse por sus acciones. Jade, tan misteriosa como atrevida, conoce a un traumado caballero en busca del significado de la vida.
Lujuria y sen...
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Solté mi cabello de su amarre, lo peiné con mis dedos mientras en la otra mano sostenía mi celular contra mi oreja, lo único que podía escuchar era a Hani hablar sobre un cliente problemático que quiso tocar a Areum sin pagar.
Era tarde, pasada 1:00 am, Jooheon no estaba en casa y no había especificado a qué hora llegaría. Me tiré en el sofá de la sala, Giri estaba acostado en el suelo contemplando nuestro aburrimiento.
—¿Entonces qué piensas?
Quedé en blanco, hace cinco minutos había dejado de prestar atención a Hani, ¿me habrá dicho algo importante?
—Uhm, yo... —balbuceé sabiendo que Hani se molestaría por no haberla escuchado.
Resopló del otro lado de la línea, me la imaginé frotando sus sienes y maldiciéndome en voz baja.
—Jade, ¿recuerdas ese grupo nuevo de Produce 101?
Fruncí mi ceño, no entendía nada.
—¿Hablas de Wanna One?
—¡No! Jade, maldita sea... JBJ, estoy hablando de JBJ —me regañó—. Has estado flechada por ellos desde su debut hace un par de semanas.
Cierto, me sé las dos coreografías que sacaron y me aprendí todas sus canciones, prácticamente canto los fanchant en mis sueños.
—Sí, lo siento —me disculpé por mi estupidez—. ¿Qué pasa con ellos?
—Bueno, uno de los CEO de SBS estuvo ayer en el club, parece que Hye Young le sacó entradas para el Inkigayo y para el After Party —me comentó emocionada.
Dejé caer el teléfono por la sorpresa, ¿conoceré a JBJ?
Recogí mi móvil del suelo, lo llevé a mi oreja para ver si no había dicho nada más.
—Y pues, es una tristeza que estés de novia con ese idol, podrías haberte tirado al chico alto que te gusta —se burló de mí, siempre lo hacía.
Kwon Hyun Bin, 20 años de edad, mide un poco más de 1.90 mts, y es mi tercer bias luego de Jung Hoseok y Bang Yongguk.
Sí, Yongguk también me puede, no me juzguen.
—¿Cuándo es el Inkigayo? —pregunté para cambiarle el tema.
—Oh, es el sábado, ¿por qué, tienes que pedirle permiso a tu amo? —se burló de nuevo.
—Adiós, Hani —me despedí de ella, no esperé su repuesta para colgar la llamada.
Lancé mi teléfono al otro sofá, Hani podía ser muy molesta cuando se lo proponía.
Cerré mis ojos y abracé un cojín del sofá, el hoodie que había tomado del closet de Jooheon era muy cómodo y me daba algo de calor.
