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" La mejor manera de liberarse de la tentación es caer en ella " - Oscar Wilde.

" La mejor manera de liberarse de la tentación es caer en ella " - Oscar Wilde

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Stefan

Apenas ver a mi hermano salir de la cocina, junto a Giselle, aprieto los puños debajo de la mesa y desvío la mirada a la pelirroja sentada a mi lado.

— ¿Giselle se quedará a dormir con Chase? — sé que la respuesta es muy obvia, tal vez demasiado, pero aún así no puedo evitar preguntar, y espero que en mi tono de voz no se haga evidente el desagrado que eso me produce.

— Eso parece — Mateo es el que responde, dejando salir luego un bostezo. Se lleva la mano a la boca y cierra los ojos. Cuando se repone, nos mira y luego dice —: Iré a acostarme un rato. Más vale que me empiece a acostumbrar al cambio de horario.

Y no espera escuchar nada por nuestra parte cuando se coloca de pie y se despide de nosotros con una seña de manos. Una vez que estamos solos, siento como la mano de Wendy cae en mi antebrazo y aprieta un poco, solo lo suficiente como para llamar mi atención.

— ¿Estás bien?

La miro, con una ceja arriba.

— De maravilla, ¿no me ves? — suelto sarcástico y con más brusquedad de la que debería, y me arrepiento de inmediato.

La veo apretar los labios, como si se estuviera conteniendo, y sin decir nada la veo echar la silla hacia atrás antes de colocarse de pie. Justo entonces, cuando me doy cuenta que su intención es irse, la agarro por la muñeca. La chica tira de su mano y se libra de mi agarre en un movimiento bastante brusco que me sorprende. Me lanza una mirada de ceño fruncido y yo respiro profundo.

— Wendy, por favor, no te vayas — casi le estoy suplicando, pero ella no parece tener intenciones de quedarse. Se cruza de brazos y niega con la cabeza.

— Yo no tengo la culpa, ¿okay? No tienes por qué tratarme mal cuando lo único que hago es preocuparme por ti. Puede que todo el mundo se aguante tu mierda y malos tratos, pero yo no lo voy a hacer. No me lo merezco.

— Wendy…

— Te callas y me escuchas — exige. De pronto me siento como un niño regañado — Yo sé lo que te pasa.

— ¿De qué hablas?

— Giselle — y esto último lo dice bajito, tan bajito que a penas la escucho.

Dulce Debilidad © Libro 1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora