18. Goma de mascar y cigarrillos

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Brendon
Recibí una llamada.

La canción había terminado, y Dallon y yo nos sonreímos mutuamente cuando sonó mi teléfono. Estaba dispuesto a colgar, hasta que leí el nombre del contacto.

Me separé de él y le dije que volvería en un momento; él asintió, diciéndome que no me preocupara.

—¿Qué quieres? —dije, ya que había salido del lugar. Miraba a mi alrededor con algo de pánico.

Tú sabes.

—Mierda, no estoy para tus juegos. ¿Qué quieres, Ross?

Él suspira, molesto.

Quiero que entregues el maldito paquete. Deberías haberlo hecho hace una semana.

—Estoy ocupado.

Claro. Tu trabajo como mesero debe tenerte exhausto... ¿En serio no extrañas vender droga conmigo?

Su tono de voz es jodidamente meloso. Incluso me lo imagino del otro lado de la línea, jugando con el cable del teléfono o algo así.

—No. Vender pasteles es definitivamente más seguro que hacer tus jodidas entregas. Una vez me dispararon en la pierna, ¿te acuerdas?

Ríe. Yo sigo serio.

Es en serio, Brendon. Si no entregas lo que te dije, tendré que ir yo mismo a hacerlo, por imposible que eso sea.

—Y..., ¿por qué es tan importante eso para ti? ¿Por qué no podías mandar a otro a hacerlo?

Porque sabes que me gusta joderte. Además, recuerda que si no lo entregas no vas a tener tu hermosa casita, cari-

Cuelgo.

Me deja pensando un rato. ¿Por qué mierda me pasaba esto a mí? Yo nunca hice nada malo, solo tomé unas cuantas decisiones y mi vida se jodió.

Tal vez si no nos hubiéramos casado. O si me hubiera ido antes...

Tal vez, en situaciones completamente diferentes, sin nada de drogas ni peligros a nuestro alrededor, él y yo hubiéramos funcionado.

Sin embargo, también me pregunto cómo serían las cosas si yo nunca me hubiera ido con él; si hubiera sabido decir que no cuando tuve que hacerlo. Me pregunto si estaría en el mismo lugar, ahora, viviendo en el mismo barrio y saliendo con la misma persona.

Entonces escucho mi teléfono vibrar de nuevo; él me volvió a llamar.

Cuelgo rápidamente, y antes de que suene el timbre de nuevo, tiro mi celular y lo piso con fuerza. Destrozo toda la pantalla hasta que se vuelve negra y parece dejar funcionar. No lo resiento bastante, pues era un teléfono desechable que él mismo me había conseguido para las entregas.

Las entregas. Con todo esto en mente..., creo que las mandaré al carajo también.

Destruí los documentos y tengo la USB conmigo; eliminaré todo en cuestión de minutos cuando llegue a la pastelería, eso lo tengo arreglado.

Y la casa..., supongo que no importa. Ya me acostumbré a estar en la pastelería, y, de hecho, podría ser roomie de Sarah si quisiera: ella ya me lo ha ofrecido. Nos llevamos bastante bien, además de que no tiene novio y sabe que soy gay. Sería perfecto.

No sé cómo no lo había pensado antes, pero me las voy a arreglar sin ese bastardo.

. . .

Entro de nuevo a las alitas.

Hay incluso más gente que la que había antes, y sus voces retumban en mis oídos. Todos van de aquí para allá, rápidamente, apenas dejándome pasar.

♡ Bubblegum | Brallon ♡Where stories live. Discover now