Capítulo 4

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6 de abril de 1816

Ya habían pasado dos semanas desde el nacimiento de mis hijos, hacía una semana había recibido carta de la señora Williams donde me decía que Shannon no estaba en Londres, que había salido y no creía que regresara pronto, por lo que le parecía que era el mejor momento para regresar, había aceptado.

En ese momento me encontraba con la pequeña Aurore en mis brazos, despidiéndome de todos, excepto de mi tía, quien se había marchado a Londres poco después del nacimiento de mis bebés, lo que me tenía preocupada realmente, apenas llegará a Londres, iría a Hamilton a verla.

— ¿Te encuentras bien? —preguntó mi madre, quien me acompañaría en el camino a Londres.

—Sí, solo que extrañaré la tranquilidad del campo.

—Siempre que quieras puedes volver.

—Lo sé, bueno, vámonos, quiero llegar a descansar un poco, la niñera nos espera en Winchester, me envió carta ayer Ian, la nodriza llega mañana directo a Wellington.

—Bueno, hay que darnos prisa.

Abracé aún más a la pequeña contra mí, mi madre tenía en sus brazos al pequeño Elijah. Tal y como la primera vez, nos subimos en un carruaje mientras los demás iban en otros carruajes, dejando así, la casa de campo sola nuevamente.

No sabía qué haría una vez en Wellington, cómo le tenía que hablar, ¿señor Becher? ¿Damien? Creo que ya lo descubriría.

Tenía pensado llegar a Winchester y pasar el día ahí, y al día siguiente irme a Wellington.

Me recargué en la ventana, viendo el paisaje, había llegado sin ellos, ahora regresaba con dos pequeños, me sentía realmente feliz de poder llevarlos a Londres. Habían muchos rumores del porqué yo no estaba al lado de Damien, pues todos sabían que él había desaparecido y que yo había vuelto, pero no sabían que él había perdido la memoria.

Así, siguió el camino, platicaba con mi madre, y los arrullaba, alimentaba a uno, y mi madre me pasaba al otro, era algo difícil, esa fue una de las razones por la que acepté tener una nodriza, pero intentaría ser yo la que los alimentara la mayor parte del tiempo.

.

Después de horas de camino, llegamos a Londres, estaba exhausta, no había dormido muy bien en los últimos días, y realmente quería descansar.

Unos minutos más de camino, y llegamos a Winchester, donde mi padre e Ian nos esperaban en la entrada con los brazos abiertos.

—Que bueno que han llegado. —dijo feliz mi padre ayudando a mi madre a bajar, e Ian se apresuró a mí, ayudándome.

—Gracias. —le dije y caminé dentro de la casa, viendo todo a mi alrededor como si no hubiese estado ahí en mucho tiempo.

Subí las escaleras, donde de dirigí al cuarto que solía compartir con Danielle, ahí me quedaría esa noche. Entré y vi dos cunas y una cama, me entró nostalgia de repente al darme cuenta de que Danielle se había casado, ya no estaría conmigo, estaba en Bath en estos momentos, ahí la había llevado su esposo, pero según regresarían a Londres después de dos meses, que era lo que tenían planeado quedarse en Bath, aún no tenía cartas de ella, supongo que tardaban por la distancia que hay entre Bath y Londres.

Puse al pequeño en una de las cunas y caminé alrededor de la habitación, recordando cada momento que había pasado ahí.

Poco después, entró mi madre con Aurore en brazos y la puso en la otra cuna. —Le dije que tu padre que tuviese listas las cunas, por cualquier cosa.

—Gracias mamá, pero intentaré aguantar lo más que pueda.

—Está bien cariño.

—Mamá, ¿conoces Irlanda?

—No, pero siempre quise ir, ¿por qué?

—No, por nada, simple curiosidad.

—Bueno, te dejo sola.

—Descansaré un rato, me gustaría ir luego con mi tía.

—Hija, creo que es mejor que la dejemos sola un tiempo.

— ¿Qué es lo que le paso, madre?

—Ella tuvo una experiencia muy dolorosa en su primer parto, es todo lo que te puedo decir, pero a pesar de su dolor, estuvo ahí para ti.

Me quedé callada ante aquellas palabras, recuerdo que cuando yo era muy pequeña, mi tía estaba embarazada, pero nunca me atreví realmente a preguntar, hasta ese momento.

Mi mamá salió de la habitación y yo me dediqué a arropar a mis hijos y después me acosté a descansar, esperaba que no me interrumpieran mi sueño.

..

7 de abril de 1816

Baje a desayunar, había dejado a los bebés con la niñera.

Desayuné sola, mi papá e Ian se habían ido temprano a cabalgar, mi mamá se había ido con mi tía según la nota que me había dejado esa mañana.

Salí a dar un paseo, cuando veo el carruaje de la familia Becher acercarse. Me detuve y de ahí vi a la señora Williams bajar con su hija Hanna.

—Camille. —se acercó a mí con una sonrisa y me abrazó. —Qué bueno que llegaron bien.

—Sí, gracias. —dije con una sonrisa.

Saludé a Hanna y las invité a pasar.

— ¿Están arriba? —preguntó haciendo referencia a los bebés.

—Sí, están con la niñera.

—Esta mañana llegó a Wellington la nodriza.

—Que bien. —dije y pasamos al salón donde tomamos asiento. — ¿Le gustaría tomar té?

—No, muchas gracias querida, vengo solamente para saber si regresaras este día a Wellington.

Bajé la mirada, tenía pensado eso pero ahora no estaba tan segura de si regresar ese mismo día, aunque creo que sería lo mejor.

—Sí, hoy regresaré.

—Me alegra oír eso Camille, preparé tu habitación.

—Gracias. —fue lo único que pude decir al escuchar que había preparado mi habitación, la cual era al lado de la de Damien. — ¿Los bebés tienen su habitación también?

—Así es, aunque puse las cunas en la tuya, por el momento, pensé que te gustaría tenerlos contigo estos primeros meses.

—Así es, gracias.

—Bueno, ¿tienes todo listo? Podemos mandar a sirvientes por tus cosas.

Asentí. —Sí, tengo todo listo.

Me levanté. —Disculpen, no tardaré.

Caminé escaleras arriba, donde encontré a la niñera con mis hijos. —Señora Beckett, saldremos a Wellington, ¿está lista?

—Sí señora Becher. —Tragué duro cuando la escuché.

—Bueno, vamos.

Ella se levantó y agarró a la pequeña Aurore, yo agarré a Elijah y bajé las escaleras.

— ¿Puedo sostenerlo? —preguntó al verme entrar con los niños. Se lo pasé y yo fui a meter unas últimas cosas en los baúles.

Después de eso bajé, donde me encontré a la ama de llaves, me despedí de ella y le di una nota donde le decía a mis padres que me había ido a Wellington.

—Estoy lista. —dije y nos encaminamos al carruaje, hacia tanto tiempo que no me subía en uno de la familia Becher, estaba nerviosa de llegar a Wellington.

Subimos y el carruaje se puso en marcha.

Olvidar Mi Honor (D.M.H. 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora