Capítulo 5

6.4K 678 29
                                    

7 de abril de 1816

Después de minutos de camino, vi por primera vez en mucho tiempo Wellington, recordando la última vez que estuve ahí y fui una vez más rechazada. Sonreí tristemente, había extrañado Wellington. Voltee a ver a mis hijos, ellos estaban dormidos.

Entramos en el territorio de Wellington, voltee a la ventana donde vi en la entrada a los señores Thorne, a el señor Williams, pero lo que más me impresionó, fue ver a Damien, parado en la entrada a la espera del carruaje. Me puse nerviosa y por instinto acomodé mi cabello y alisé un poco la falda de mi vestido.

— ¿Estás lista? —preguntó la señora Williams.

—Creo que sí.

— Bien. —me sonrió y después de unos segundos más, sentí el carruaje detenerse.

Respiré profundo y me preparé para bajar del carruaje, pedí la niña a la niñera, pues la señora Williams traía a Elijah en brazos. El carruaje se detuvo y de inmediato la puerta fue abierta por el señor Williams quien nos recibió con una gran sonrisa.

—Nos alegra que haya decidido venir. —me dijo.

—Claro. —dije y me levanté pero el que me dio la mano no fue él, sino Damien, quien me vio por un largo tiempo a los ojos, sólo para desviar la mirada a la pequeña que tenía en mis brazos.

—Bienvenida a casa, señora Becher. —dijo aquello, pero yo sabía que lo decía obligado, por la manera en la que habló y lo tenso que se sentía.

—Gracias. —dije con tristeza y bajando con cuidado. Solté su mano y me di la vuelta para ver al resto de la familia.

—Camille, me alegra tanto verte. —se acercó a mí la señora Thorne. — ¿Puedo? —preguntó señalando a mi hija.

—Claro. —dije y la puse en sus brazos.

La tomó y caminó para adentrarse en la casa junto con los demás, así que hice lo mismo. Caminé dentro como si fuera la primera vez que estaba ahí, hacía tanto tiempo que no recorría estos pasillos, que no veía aquellas hermosas pinturas colgadas en las paredes, las estatuas al final de cada pasillo, parecía que jamás las había visto. Pasé frente al pasillo que dirige al estudio de Damien, donde él paso y a mí lado y fue directo a su estudio, sonreí con tristeza, sería muy difícil que él me viera como su esposa y no como cualquier otra joven.

—Vamos a tu habitación, debes de estar cansada. —me dijo la señora Thorne.

—Si, por favor.

Subí las escaleras con ambas detrás de mí, observando a mí alrededor cada detalle. Llegamos a la habitación, abrí la puerta y mire que nada había cambiado, todo seguía igual.

—Si quieres que cambiemos algo, háznoslo saber.

—Está todo bien, gracias.

— ¿Quieres que mandemos por la niñera mientras tú descansas?

—No, me gustaría estar sola con mis hijos, por favor. —miré a ambas, quienes los tenían en brazos.

—Por supuesto. —se dirigieron a las cunas que había en la habitación y se despidieron para irse.

Respiré aliviada, necesitaba estar sola unos instantes. Me acerqué a las cunas y los arropé, aún dormían. Después me acosté, donde caí dormida.

..

Me levanté por el llanto de un bebé, y me acerqué rápidamente a él, no quería que despertara a su hermana. Lo tomé en mis brazos y lo arrullé, me senté en la cama con él en brazos y lo comencé a alimentar. Miraba al vacío frente a mí.

Estaba quedándome dormida con el niño en brazos cuando escuché pasos en el pasillo y la habitación continua abrirse, sabía que era Damien el que estaba al lado, miré por la ventana y me di cuenta que estaba anocheciendo.

—Vaya, sí que dormí. —voltee a ver al niño que ya se había quedado dormido, así que me levanté y lo puse en su cuna. —Sigues tú, mi pequeña Aurore. —la tomé en brazos, despertándola y la alimenté al igual que a Elijah.

Seguía escuchando movimiento al lado, supongo que es porque se estaba cambiando para bajar a cenar, ahí me di cuenta de que tenía hambre. Después de unos segundos, escuché dos pequeños toques en la puerta principal de la habitación.

—Adelante. —dije al mismo tiempo que tapaba a Aurore y a mí.

En eso entró la señora Collins con una sonrisa. —Disculpe que la interrumpa, señora Becher, pero vengo para decirle que la cena está servida.

—Gracias, señora Collins, ya bajo.

—En unos momentos llegará su doncella para ayudarle.

—Gracias.

—Me alegra mucho que esté aquí.

—A mí igual—le sonreí y ella salió.

Minutos más tarde, llegó Alice, quien se alegró de verme al igual que yo.

—Me alegra mucho que esté aquí, señora Becher.

—Por favor Alice, llámame Camille.

Ella sonrió y fue a buscar un vestido. Acosté a Aurore en su cuna y me acerqué junto con Alice para cambiarme.

Después de estar lista, le pedí que fuera por la niñera, ella salió y yo me quedé observando a los niños dormir, hasta que escuché la puerta del cuarto de Damien abrirse y sus pasos en el pasillo, los escuché detenerse frente a mi habitación por unos instantes, como si se debatiera entre tocar o no, pero al final siguió su camino, decepcionándome.

Llegó la señora Beckett junto con la señora Reed. —Ya los he alimentado. —les dije y salí.

Bajé las escaleras y caminé hasta el comedor donde ya estaban todos sentados, pero al verme entrar, los caballeros se pusieron en pie. —Perdón por la tardanza. —me disculpé tímidamente y uno de los sirvientes se acercó a correrme la silla donde me senté y comenzamos a comer. Me encontraba al otro extremo de la mesa, y Damien en la cabecera.

La cena transcurrió en silencio, nadie hablaba, hasta que todos terminamos y pasamos al salón donde nos sentamos en los sillones las damas y los caballeros se retiraron al salón continuo.

— ¿Cómo te sientes, querida? —preguntó la señora Williams.

—Bien, aún un poco cansada, por lo que me tendrán que disculpar, me retiro a dormir.

—Claro, ¿quieres que mandemos a llamar a tu doncella?

—No, gracias, con permiso, buenas noches.

Salí y me dirigí a las escaleras, al llegar al final de estas, vi a Damien en la entrada de su puerta, volteó a verme, y yo a él, así nos quedamos unos momentos hasta que yo caminé a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí.

—Gracias señora Beckett y señora Reed, pueden retirarse a dormir.

—Buenas noches señora Becher. —hicieron una reverencia y salieron cerrando detrás de ellas la puerta.

Escuché movimiento al lado, y yo fui a uno de mis baúles donde saqué mi ropa de dormir y yo misma de cambié.

Me acerqué a la mesa frente a mi cama, donde tomé la copa con agua que había ahí, y observé por mi balcón la hermosa noche. Me acerqué y abrí un poco las puertas de mi balcón para salir y sentarme a disfrutar la briza de primavera.

Olvidar Mi Honor (D.M.H. 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora