Honestidad

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Las expectativas son sentimientos de esperanzas, ilusiones que experimentamos ante la posibilidad de lograr nuestros objetivos, y las mismas se sienten como un cosquilleo en el estómago, aparte de ligeros mareos y sudoración en las manos. Termino de cerrar la última maleta que llevaré en mi viaje. No sé en realidad qué me aguardará en Berlín, Alemania. El viaje en sí será muy corto. En menos de una hora estaré allá, eso sí, sola.

Mi padre no podrá acompañarme sino después de una semana. Saber eso no me causa mucha gracia, pero según él, tiene que resolver algunos asuntos antes de reunirse conmigo. Me quejé anoche después de terminar de ver la película Taken. Le comenté que si no captaba el peligro que podría afrontar dejándome ir sola. Bien podrían secuestrarme para venderme, ya sea a un príncipe árabe o esclavizarme como una prostituta en una casa de mala muerte. Sin embargo, no me sirvió de nada razonar con él. Me soltó que no podía y punto. ¿Dónde está su instinto paternal? Suelto varios bufidos mientras coloco las maletas en el pasillo.

Mis amigos tampoco podrán acompañarme, casi caigo de rodillas para suplicarles que no me dejaran sola. Lynn se excusó, comentó que hizo planes con sus padres, y Luccas solo me comunicó que ya era hora de aprender a hacer las cosas por mí misma. Me siento muy ansiosa, estaré sola en un país al que nunca he ido a enfrentarme a una competición que, aparte de ser elitista, es muy exigente. También debo de agregar que tendré que lidiar con Kauffmann más de lo que deseo, sin contar que es muy posible que me toque ver a la víbora venenosa merodeando a mí Wrathly.

Paso mis manos por mi cara, como si tratara de quitarme unas telarañas. No debería de concentrarme en todo lo negativo de mi futura situación, Wrathly vive allá y lo más seguro es que nos veamos. Y saber eso mejorará el panorama.

Después de haber sacado las maletas de mi habitación, abro por fin mis ventanas, alejo así la oscuridad que reinaba. Según mi tía Rose, siempre debería de tenerlas abiertas para que me alcancen las bendiciones de Dios. Mi tía con sus locas ocurrencias, tiene a toda la familia al borde de la desesperación. No estoy en contra de su insistencia en su búsqueda con lo espiritual, pero sobrepasa los límites. Al correr las persianas, los rayos solares se filtran en mi habitación y una de sus luces toca mi espejo. El reflejo que emite me molesta un poco. Termino por correrlas a su lugar anterior. Luego me acerco un poco al cristal, desde que recibí la invitación, traté de ponerme un poco en forma. Deseo verme un pelín mejor en la competición.

Sin embargo, mis queridas lonjitas no piensan desaparecer en menos de una semana. Desearía contar con el cuerpo de mi amiga Lynn para enfrentarme con más seguridad a la sirenita Ariel. Mi imaginación me juega una mala jugada y la visualizo en el espejo, se ríe de mí. Le levanto una ceja en actitud de realeza y le digo que se vaya a lavar los trastes. Hago algunos movimientos de Karate, muy al estilo del Escuadrón Asesino Víbora Letal, mas no mido bien el espacio y mi pie impacta contra el sillón, me provoca un dolor que me hace maldecir a todo pulmón.

En conclusión, el reflejo de Mady, uno; la adolorida Peach, cero.

Mosqueo debido al dolor y doy brincos con mi otro pie, llego hasta mi cama, coloco el lastimado sobre mi rodilla, puede ser que requiera asistencia médica. Antes de llamar hasta al Principado, compruebo por mí misma si no me he fracturado mi querido piecito. Palmo mi dedo adolorido varias veces. Me duele, pero no hay nada por lo cual lamentarse. Así que exhalo con pesadez y lo pongo en el suelo. Un pensamiento fugaz y desalentador me cruza por la mente: si mi madre estuviera viva, lo más seguro es que me acompañaría. Quizá me ahogaría con halagos. Tal vez para una persona que tenga a su mamá cerca, le hastiaría... a mí no. Sé que me hubiera gustado haberla escuchado, pues no hay lugar más triste que ese, el cual se esconde en la memoria y solo aparece para recordarte lo que nunca has tenido.

Soldat Donde viven las historias. Descúbrelo ahora